martes, 25 de octubre de 2011

El que esté libre de pecado...

Una vez estuve enamorada. Enamorada a tal punto que sentía las típicas cosquillas en la panza, esas raras mariposas de las que muchos hablan, aquellos escalofríos que te recorren el cuerpo (o como quieran llamar a la extraña sensación), que no me importaba nada más que él, dejando así, de lado a amigas, familia, panoramas y las cosas que me gustaba hacer, porque para mí, el tiempo juntos se convirtió en invaluable. Adoraba las caminatas por las tardes tomados de la mano, las conversaciones triviales, la seguridad que sentía al estar acompañada de quien amaba y una montonera de etc, porque ya saben, cuando una se enamora, se llena de expectativas y empiezas a soñar hasta con la posibilidad del matrimonio feliz, una casa y obvio que los hijos para completar el nido. El cuento de hadas… Debemos reconocer que en la etapa pre-escolar ya soñamos con el imaginario principe azúl.
Hasta ahí todo bien, pensé obviamente que era correspondida, y en cierta medida lo era, salvo que compartía ese cariño con otra.
Cómo me di cuenta de eso? Las señales fueron bastante claras: Comenzó a hablar por celular lejos de mí, salía con los “amigos” todos los fines de semana, sus viajes fuera de la ciudad eran recurrentes, el tiempo juntos ya no era el mismo ni tampoco las cosas que hacíamos. Pregunté varias veces si “algo” pasaba, pero la respuesta siempre fue la misma: Nada.
La distancia entre ambos iba creciendo conforme pasaba el tiempo y aún así no quería darme cuenta ni admitir que la relación  estaba muriendo o quizás ya había muerto hace rato.
Pero el asunto fue mucho más fácil, me convencí cien por ciento y sin lugar a dudas, cuando una tarde cualquiera (mentira, una tarde de día lunes, invierno, a eso de las 17:30hrs) abrazado a otra, lo vi en una estación de metro (Ñuble).
Se han fijado cuando dicen, como para dramatizar una historia: “el corazón me dio un vuelco?, No quiero ser melodramática ni que este relato parezca cebollero, pero sí, el corazón me dio un vuelco.
Me bloqueé y no hice absolutamente nada (gracias a Dios, Alá, Yavé, la pacha mama, Odin, el universo y todos los caballeros del zodíaco)
Pude haberlo encarado frente a ella, pude haber gritado, cacheteado, soltar decenas de garabatos que  merecía, preguntar por qué, cómo, desde cuándo, etc.,  pero no lo hice. Él me vio, y yo esperé estoica a que se despidiera. Cuando por fin ella tomó su tren, me acerqué (habría sido demasiado si me pongo a patalear como loca)
Demás está decir que la relación termino esa misma tarde, aunque rogué, sí rogué, pedí por favor que nos diéramos la oportunidad, que lo amaba, que no veía la vida sin él etc. El colmo de patética, arrastrada, indigna (les suena familiar?).

Como es característico en una “enamorada”, lloré hasta el cansancio (frase ultra utilizada pero en este caso muy cierta), y por más cansada que estuviera, por las noches despertaba a sobresaltos y no volvía a dormir, no tenía hambre alguna por lo que bajé de peso en forma muy rápida (las penas de amor son la mejor dieta), perdí mi autoestima sintiéndome como un consomé de pana, no me motivaba absolutamente nada ni me maquillaba, bañarme para qué? hasta lavarme los dientes era un esfuerzo que yo creía innecesario. Fue en ese momento que logré entender La metamorfosis, la estaba viviendo, no era yo, y al verme tan emocionalmente desequilibrada, me mandaron de una al psiquiatra.

Me humille a mí misma al dejarme pisotear y al pedir una oportunidad. Cómo podía guardar aún después de todo la esperanza de volver?
Vaya uno a saber por qué razones algunas integrantes del gremio femenino hacen oídos sordos a los consejos a veces muy acertados de sus pares, incluso por encima de sí mismas. Yo que siempre he sido bastante razonable, caí en eso, y el resultado fue denigrante. Es más, ahora que recuerdo el episodio, me siento una soberana huevona (es lo mínimo que diré). 
Cuál era el miedo? Quedarme sola? No encontrar a alguien en un futuro? Haber perdido al “amor de mi vida”?
Acaso se habían acabado los hombres carajo???
Empecé a seguirlo, a anotar sus horarios para encontrarme con él de “casualidad”, revisaba perfiles y mails (aunque ese es otro cuento) y como su madre me adoraba, me aproveché de eso para saber en qué estaba, lo que hacía, quienes eran sus nuevos amigos y si seguía con “esa”.
Psi-có-pa-ta!
Y mientras, para paliar el insomnio, la psiquiatra me había dado medicamentos para dormir y otro que me hacía sudar como ardilla en rueda, me daba plancha alzar los brazos porque goteaba sudor.
Los dejé a los tres días.
El único consejo que seguí al pie de la letra (después de volver un poco a la cordura), fue andar siempre como portada de revista: bella.
Lamentablemente (o afortunadamente) no podemos hacer nada para dejar de querer de la noche a la mañana y menos que nos quieran y el peor error en que solemos caer, aunque sea una vez en la vida, es dejarnos de lado por completo. Algo que a estas alturas me es difícil de entender. De los errores se aprende...
Ah y fijo que empiezas a evaluar la situación, a pensar que tuviste la culpa por ser tan celosa, quizás preocupada demás, o que no cambiaste aquello que él te pidió, o por no hacer o decir lo “correcto” y te responsabilizas de que fulano corriera a los placeres que otra le daría a brazos abiertos (bueno, no solo eso).  No. No es tu culpa que un hombre no sea tal y se mande mariconadas que terminen afectando lo que eres.

Por otro lado, la liga de la justicia (mis amigas) me daban ánimos diciendo cosas como: Déjalo después se va a arrepentir, hay más peces en el mar, tomémonos algo para pasar las penas, olvídate de ese perro sarnoso hdp que no vale lágrima que derramas, etc. Ni una de todas me dijo en ese entonces, que el principal motivo por el cual debía hacer borrón y cuenta nueva, era yo. No solo porque soy increíblemente valiosa, hermosa, inteligente, digna, merecedora de lo mejor, etc. Si no, porque estaba siendo ridícula, espantosamente patética y con eso lo único que conseguía era dar lástima y obviamente alejar a todo el mundo. No me dijeron: “déjate de hueviar, estay haciendo el loco”. Juro que con eso habría sido suficiente, pero nooooooooo dejaron que botara mi pena de la peor forma posible (aunque quizás era necesario que así fuera) convirtiéndome en un bicho aislado al igual que Greogorio Samsa.
                                                                                       
Desde esa relación, me juré a mi misma jamás de los jamases olvidarme de lo importante: Yo. Y por ningún motivo dejar que una amiga pase por lo mismo, aún a riesgo de que me quiten el habla. Primero una, después el resto. Si no te amas tú, difícilmente alguien lo hará. Tanto llegué a pensar en eso (es 100% cierto), que increíblemente se dieron vuelta los papeles. No es algo que ahora me importe, en realidad ni siquiera lo busqué, simplemente si te das el valor que corresponde, te apreciarán según ese valor.

No hay que olvidar que tú misma haces tu vida, tú la manejas, de ti depende ser felíz o no, tú eres quien vale, así que no hagas el ridículo. Siempre digna! 
Como dice mi personita de tres años, todo es cuestión de actitud.

martes, 13 de septiembre de 2011

Esos sabios consejos de madre

A raíz de una trivial charla, de esas que te hacen reír a carcajadas pero que te conducen a nada, vino a mi memoria una tibia escena guardada en esos rincones de la memoria, de las veces que en calidad de consejera (o en su afán por molestar) mi madre con insistencia casi burlesca me decía: “Cámbiate calzones todos los días, no te vayan a pillar con uno sucio”, “Cámbiate calzones y así evitarás vergüenzas” , “Cámbiate calzones que es importante hacerlo”,“cámbiate, cámbiate, cámbiate”
Aclaro que estaba demás la recomendación y aún así me quedó absolutamente grabado. Pienso que eso era muy típico de las madres de nuestra generación, algo metiches quizás, pero sin embargo bastante certeras en sus dictámenes, incluso en cosas tan prolijas  como ropa interior limpia. Quizás por ello, conforme pasa el tiempo, voy eligiendo esas prendas con  mucho más cuidado, como si estuviera siempre lista para una gran noche.
Seguí cavilando en base a lo mismo...
Muchos hablan de que la sociedad es machista, que las mujeres vivimos preocupadas de detalles innecesarios, que el envase es lo de menos  y  lo realmente importante es lo que va por dentro (de acuerdo, hay algo de cierto en eso) y aún así, me daba vueltas, sobre todo el descuido que tienen de sí misma aquellas que ya “han conseguido lo que quieren”: Un marido. Según sus palabras, hay otras responsabilidades, otros asuntos que atender, otras actividades que las mantienen ocupadas en cosas que una soltera “no entendería”. En ese instante me acordé de lo cierto del festín que hizo Coco Legrand en Viña con el sexo femenino y de  la conclusión que nos dio su show: Que las mujeres nos preocupamos de nosotras solo para determinadas fechas.
Y es cierto, yo que soy tan poco dada al maquillaje y a los costos que genera darte una manito de gato en algún centro de belleza, peluquerías o derivados, me vi a mi misma (y gracias a la cámara de mi amiga) sentada con los ojos cerrados y confiando en el resto de los sentidos, con un adhesivo pegado en las pestañas durante una hora para obtener una ondulación que duraría unas cuantas semanas. Y no solo eso, ridiculizada frente al espejo con unos parches pegados en las cejas para darles forma y fijarlas. Todo, para ir a un matrimonio (uno importante hay que decirlo).
El resultado fue bueno, me sentí más bella de lo que soy, quizás más segura de mi misma y confiada, satisfecha, incluso más coqueta. Raro pero cierto. Y aquí las palabras de mi madre cobran el sentido que hasta ahora veía oculto. Cambiarse calzones no es otra cosa que decir: No te descuides.
No digo que debemos invertir una montonera de dinero en cosas tan superficiales como la apariencia, ni volvernos tan  locas como para cirugías o para andar a diario con pestañas postizas, rellenos en los sostenes, extensiones de pelo, taco alto todo el día (según nosotras para estilizar piernas), maquillaje perfecto, tenida de fiesta y tantas otras cosas. No. Digo que es muy cierto que lo natural es bello, pero no es agradable que levantes el brazo para tomar algo y ver una maraña de pelos con el cual te podrías tejer un suéter. Tampoco es grato ver el esmalte de uña gastado, los “cañones” asomándose por el área del bigote, cejas y bikini. Y peor,  andar por la vida con un aire conformista porque ya estás casada y con eso creer que se ha logrado todo. No pué, si de la misma forma que a las mujeres nos encanta presentar y lucir a un individuo frente a las amigas, ya sea como pareja, pololo, novio o marido (quizás por el miedo al qué dirán de tu soltería, y esas “cosas de minas”), a ellos también les gusta un poquitin de preocupación de nuestra parte, un eterno pololeo como dicen las abuelas. Mejor aún, hacerlo por nosotras mismas más que por complacer a otros. Es cuidarse un poco más.

Sé que no va a faltar quien diga que es un tanto machista todo esto, además que pareciera estar de moda andar por la vida oponiéndose a todo concepto o idea estética porque de plano va contra lo natural. Respetable pensamiento pero la verdad, no lo comparto, porque la cosa es bien simple:

Hay que cambiarse los calzones.

martes, 16 de agosto de 2011

El tiempo dirá...

Si cierras los ojos y descubres que en el fondo de tu ser aquello aún está ahí…
Si miras dentro de ti y bajo toda esa fortaleza que has demostrado conforme pasa el tiempo, notas que todavía quedan lágrimas por derramar y sigues esforzándote para  continuar la vida, con la entereza que caracteriza a quienes ven el fracaso como parte del éxito…
Si al ver tu imagen reflejada en el espejo, entiendes que el tiempo no ha pasado en vano y a pesar de tus emociones contenidas, te aseguras con convicción que todo tiene una razón de ser…
Si canalizas tu energía para sonreír, esperando una respuesta que quizás nunca llegue…
Si las duras lecciones de la vida te han llevado a sentir empatía  por quienes viven día a día con el dolor de una pérdida, de un adiós, de un error…
Si sientes que tras cerrar  el capítulo, las heridas aún no han sanado del todo y sigues viviendo, luchando, mejorando y dando todo de ti misma para hacerlo bien…
Si algunas noches has sido presa de amargos desvelos…
Si en el camino para reparar tu alma, te has descuidado, desvalorizado…
Si renunciaste a lo que ya no está y tomaste la decisión de dejar de mirar el pasado, de vivir en él y te has llenado de coraje para hacerlo pero aún hay algo que falta…
Si una vez más ha llegado la hora de juntar los pedazos de tu corazón destrozado…
Si te has sentido sola, defraudada, a oscuras…
Si te algunas noches cuando todo calla, te sientes perdida…
Si has tocado fondo…

Debes saber que a veces la vida suele sorprendernos de formas tan inesperadas que no sabemos como reaccionar, como seguir el camino, no sabemos qué hacer o como avanzar y se agotan las fuerzas. Pero necesitas darte la oportunidad, el permiso de llorar. No existe atajo alguno para superar las experiencias que no nos agradan, por eso, no reprimas lo que duele, no lo guardes ni detengas las lágrimas que braman por salir. No le tengas miedo a tus emociones y no las esquives.
Nadie nos enseña a manejar  la frustración de un amor fracasado, el dolor de una vida perdida, nadie nos dice qué hacer frente a las cosas que no podemos cambiar. Así que llora.  Transforma tu pena pero no la detengas. Llora hasta sentir que quedas seca que no te quedan lágrimas  y cuando hayas botado esa tristeza, deja atrás las preguntas, deja atrás lo que hiere, recupera la garra, busca los valores que te mantienen en pie y has que la vida funcione. Puedes. Te lo debes a ti misma, a quienes están contigo, a quienes estarán.
Quedan muchas cosas por hacer aún, no te paralices y vive.

Es cierto. Todo lo que vivimos deja huella, quizás cicatrices. Sin embargo,  para bien o para mal, tienes el poder de cambiar  el rumbo. Despierta tu conciencia y créelo. Somos protagonistas de nuestra historia y también las encargadas de escribir el guión.
Extiende los brazos y  respira profundo. Te darás cuenta que todo pasa, es cosa de tiempo y esto también pasará.
No olvides que eres importante. Eres parte de algo grande. Y nosotras hacemos de la vida una constante crónica porque realmente (y nos lo hemos ganado a pulso) Somos el sexo fuerte.
                              

viernes, 12 de agosto de 2011

Adidas, nike? No lo recuerdo, pero Imposible is Nothing

La vida toma rumbo distinto al que espero...
Tuvieron o tienen un amor platónico?
De esos que los ves y te roban el aliento, imaginando todo tipo de cosas mamonas y otras bastante subidas de tono? 
Desde hace varios años que existe alguien con el que me paso todo tipo de rollos, lo veo pasar y es suspiro seguro. Un buenito del alma, caballero, inteligente.  Habla y me tirita todo tan solo pensar que me equivocaré en la respuesta. Un Lapsus línguae como diría el profe campusano. Con él, trato de elegir las palabras adecuadas, casi en un discurso monótono para no caer en el nerviosismo que me provoca verlo. Antes lo evadía, mirándolo desde lejos porque claro, el riesgo emocional que significa meter la pata frente al tipo que te gusta, es para renunciar a la pelea. Y a mí los nervios me juegan en contra (ya les dije antes que soy poco atinada). En serio, apenas él da luces, es para decir cosiiiiita o como una muy buena amiga mía y sus frases salidas de  protocolo: “CTM el mijito rico”. Como yo soy educadita (o quizás weoncita) no expreso tan espontáneamente como un hombre me sube la libido, a menos que estemos en la faena amatoria. Pero cuando te abraza- por el motivo que sea- (generalmente es solo un saludo cariñoso) con el corazón a mil quieres detener el tiempo para seguir sintiendo su cuerpo junto al tuyo esperando una conexión más profunda (en todo sentido de la palabra).  
Nunca falta la ocasión en que nos pasamos el rollo de que el tipo milagrosamente se está enganchando y encontramos claves encubiertas en cualquier cosa que dice o hace empezando a descifrar gestos y ademanes, estudiando el lenguaje corporal del sujeto, previendo con ello, conjugaciones que por lo general no existen y soñando con el día en que tendremos su compañía en la cama.
Las mujeres somos así. En mi caso, muy en el fondo soy romántica. Sigo recordando por ejemplo una puesta de sol en la playa, bailando un lento, dormir pegada a quien amé, compartir cosas triviales, detalles mamones como caminar de la mano en un parque, soñar con el futuro, escucharlo hablar  de lo que le gusta, de sus proyectos, etc. Y la verdad es que soy tan contraria a la regla que hay algunos que piensan que mi “frialdad” o sarcasmo, no se me quitan con nada. Pues bien, aclaro que por muy cabrona que sea una mujer, siempre (y digo siempre), disfruta de un poco de romance. Porque es cierto, nos gusta divertirnos un poco (o mucho) y aunque lo neguemos de rodillas, todas tenemos un semental al que convertimos en príncipe azul (Y sabemos que no existe).
Por eso, confieso que él me quita el sueño.  En un momento dejé pasar la oportunidad por negarme a creer que era real.  Ni pensar siquiera en tener algo con el individuo, chasconearlo un poquito. Tampoco es llegar y tomar la iniciativa como es costumbre en algunas de nosotras con ciertos ejemplares del sexo opuesto (gracias liberación femenina!), muy califas podemos ser, pero seguimos creyéndonos o haciéndoles creer que somos señoritas (de día), no ven que ellos las prefieren mosquitas muertas. Claro, si tú te adelantas, después te dan apelativos como jote, caliente, promiscua, casquibana, puta, cagá de la cabeza o lo que se les ocurra a esa mente básica que tienen determinados machos. Con eso memorizado,  algunas nos vamos tranquilitas por las piedras, total, tiempo tenemos y seguridad nos sobra.  Además nada se pierde con probar. Y funciona.
En serio, no perdemos nada con tantear el terreno, lanzar indirectas quizás entre bromas con un golpecito pequeño en la espalda o una agarradita de brazo, sacarle la pelusita que justo la tiene en el pecho (en el cuello si es que tenemos más suerte), utilizar esas cosas tan re viejas e inocentes (pero efectivas) y  así ver que tan recíproco es el asunto, si se puede llegar a primera base o de plano olvidarnos por completo de hacerle los puntos al espécimen soñado.
Ahora bien, no hay que ser tan cara de palo y decir todo por su nombre, no, mensaje subliminal es más recomendable. Si el chiquillo tiene las neuronas bien puestas, captará el mensaje y se podrán sacar  conclusiones.
Lo que sí quiero dejar en claro, es que nada es imposible, nada es tan inalcanzable para frustrarnos antes de intentarlo o para postergar lo que queremos, nada ni nadie puede decirnos qué hacer y que no, y mucho menos, que no somos capaces de lograrlo. Lo que sea que te propongas, puede resultar siempre y cuando estés convencido que se está dando lo mejor de si mismo en cualquier ámbito que se pueda imaginar, eso,  siempre y cuando no ponga en peligro tu vida, tu dignidad o la de alguien más. Suena a psicología barata pero es absolutamente cierto.
Créanlo. Y para que lo sepan, lo platónico, sea un amor o algo más, está más cerca de lo que esperan, si no, pregúntenme, estoy casi que lo alcanzo.

lunes, 25 de julio de 2011

Eres tú, no yo

A veces, por intermitente porfía, con mucho gusto desearía dejar de lado todo indicio de civilización  buenas costumbres y demases y le daría un espectacular cachamal a fulanito. Sé que no soy la única a la que le pican las manos por hacerlo a su pareja o  amigo con ventaja, es más, creo que todas hemos deseado en algún punto de una relación,  a lo mero macho, escupirse la mano, levantarla y dejar caer con fuerza el “pape”.  Y es que ellos (al igual que nosotras) con su testarudez, sacan de quicio a cualquiera. Y esa actitud de yo no fui señor policía o con cara de qué hice ahora? , más ganas aún de darle aunque sea un chirlito (pero con saña).
Paciencia. La violencia no conduce a nada (salvo al desahogo de la furia).
Pero se han fijado que no entienden cuando dices no, cuando te niegas a algo e insisten? Y los muy aves simplemente lo hacen y ya. O será que  entre los hombre está tan sobrevalorado el concepto de que decimos que no y significa si y eso los motiva a  hacer lo contrario?
Es verdad, en ocasiones damos una respuesta que no es, entonces puede que sea evidente que ellos con nosotras, sigan la ley de lo inverso.
Si por ejemplo salen a comer juntos, te ofrecen lo que quieras pero tú te limitas a pedir ensalada, nada calórico le dices, es cosa de dieta. Al ver él como te devoras sus papas fritas, su cerebro de inmediato asume que tu no era un sí. Con qué cara los juzgamos entonces? Además hay algunas mujeres que se les pasa la mano creyendo que ellos adivinarán que su si es no y el no sí. Pero , hay ciertas cosas y tenemos unas cuantas manías que solo queremos que se respeten, por lo tanto,  cuando digo no, no es un sí, es un no. Suena enredado? Es facilísimo de entender. Para simplificar, no es no y punto. Y si me vienen con un sí a lo Arjona (me tinca que este tipo tiene un problema de entendimiento), cuando ya dije no, a cualquiera le baja el indio. Si hasta un pre-escolar, nota la diferencia y solo a ellos le podríamos permitir ese tipo de “errores”.
Entonces empiezas a cavilar:
Será que no soy lo suficientemente clara? Será que no toma en serio lo que digo? Será que tiene déficit y no nota la diferencia? Será que quiere llevarme la contraria o es porfiado? Será simplemente que es  pajarón?
Y ahí nacen las ganas de hacer lo que hacían nuestras santas madres cuando no entendíamos matemáticas y agotábamos su paciencia: un par de coscorrones, un palmetazo en la nuca, un tirón de orejas, de patillas, un chirlito o su buena paipa.
Así que por favor mujeres, limítense a dar una respuesta correcta y no estrujar el cerebro masculino esperando que haga lo que ustedes quiere pero le dicen lo contrario a sus intenciones…para qué? No tengo la más mínima idea de por qué razón se cae en ello. Y al final salimos perjudicadas, para variar gratuitamente y a causa nuestra (una vez más):

-          Todavía tienes ganas de ir a bailar, yo estoy un poco cansado y si nos acostamos temprano?
-          Ah, bueno ya, sí… (¿?)
-          Quieres ir? porque me hago el ánimo…
-          No no quiero. Sí ya, lo que digas está bien (Aquí pone tremendo caracho y voz de resignación. Qué le cuesta decir que si quiere salir?)


Seamos claras de una vez por todas, nada de mensajes subliminales o afirmaciones y/o negaciones a medias. Hay que decir las cosas con todas sus letras, si no, después nos encontraremos lidiando con hombres que no aceptan un  no como respuesta. O quizás en su fuero interno, están convencidos de que (por fin) nos leen el pensamiento y no es para nada agradable.

Resumiendo. Si no quiero salir hasta la madrugada,  quiero dormir un poco más, si quiero que se vaya después de, que utilice aceites en vez de escupitajos ( ok. a veces se aceptan), si lo que le digo quiero que  lo mantenga entre los dos, que no me llame cada 20 minutos, no quiero que me hablen como a una guagua,  no quiero cursilerías, etc. Por favor, no insista, déjeme dormir, váyase a su casa, use aceites, no hable cosas que no le corresponden, deje el teléfono tranquilo, pronuncie correctamente, no me compare con estrellas ni ramilletes de flores, etc.
No es no. Entiéndalo. Ya lo dice la historia del mundo: Agotada la paciencia no queda más que la violencia y a mí me pican las manos, mínimo por un cachamal.

sábado, 16 de julio de 2011

Mimetización de la especie

Una vez más, al habla con mi confidente del sexo opuesto. El que me aterriza y aconseja, el que me reta (con justa razón) cada vez que meto la pata y después se ríe de mí. El que le da una visión masculina  a las cosas y no va a andar con cuentos ni rodeos para decir lo que piensa, menos utilizará eufemismos para hacerlo. Creo que esa es una de las mejores partes, que te digan todo sin pelos en la lengua ni que utilicen frases rebuscadas. Un lenguaje simple y sobretodo sincero, se agradece.
No. No es como el comercial de Sprite (tu amigo te tiene ganas) ni por su parte ni por la mía así que lejos de lo que haya dicho antes, doy fe que la amistad entre un hombre y una mujer sí existe.
Creo que me he convertido en un machito, le confieso. Un marimacho quizás. Soy contraria a la regla. No sé, he crecido, veo las cosas desde otro punto de vista y  totalmente distinto al de hace años atrás (lo que me ha costado su buenas rabias y para qué negarlo, harta lágrima).
Será eso? Será que las experiencias vividas en realidad sí te hacen madurar?
O seré una cabrona? Una de esas feministas que nada le gusta, que no están conformes, que apoyan todo tipo de liberación en pro de la igualdad de los sexos?
Hay no. Iré en camino a eso?
Me cargan las frases empalagosas o que digan cada 20 segundos Te quiero. Prefiero las tallas en doble sentido (aunque no exageradas)
No llamo ni espero que me llamen todos los días a cada rato para saber como amaneció, que desayunó, que almorzó, si le fue bien en la pega, si se acuerda que existo, que hizo en tiempo libre, etc.
Detesto las preguntas: Me quieres? Que sientes por mí? Por qué no me habías llamado? Te importa esta relación? Hacía dónde vamos?
Si quiere salir con los amigos, ok, si se pasa de copas o llega tarde, bueno, todos lo hacemos de vez en cuando. Si se va el fin de semana de paseo con los del fútbol, de acuerdo, necesita esparcimiento (y yo también. Pero si llega con amigos ebrios a la casa lo mando a la chucha)
Me carga dar explicaciones y que me las den a menos que el cagazo sea grande.
Contadas veces digo te quiero y cuando lo hago espero que lo memoricen porque no lo repito seguido. Insisto, me carga que me lo pregunten.
No me gustan los apodos en diminutivo: cosita, gordita, perrita, chanchita y nada de la fauna que termine en ita  si su significado no está justificado por alguna anécdota. Menos los alusivos a infantes: Guagüi, guagua, bebé, baby, mi niña, chiquitita, etc (que flayte).
Tengo vida propia y no la dejo de lado para correr a los brazos del chiquillo que solicita mi presencia  o compañía. Que espere a que termine mis asuntos. Frialdad? No. Es más que un derecho y un deber el preocuparme de mi. Me revuelven el estómago  los macabeos (aquí casi le digo incluyéndote) y si me siento controlada enloquezco.
Que el de turno no insista en que me guste su grupo favorito aunque lleve 30 años de trayectoria artística, si no me gustó antes no me gustará ahora solo porque salgo con él. Sus intereses y preferencias no son los míos.
Lo aseguro, me he vuelto un macho.

-No es eso. Quizás no te has enamorado.
-Falso y lo sabes. La diferencia entre el ayer y hoy, es que ahora me quiero. No me dejo de lado ni cambio gustos  y menos pongo a alguien antes de mí. Para qué gastar tiempo esperando que llame si hay vida  y un montón de cosas por disfrutar?
- Quizás después cambies de parecer. Para que estamos con cosas, todas las mujeres esperan algún piropo para ser sumado a su ego. Por otro lado cuando le das el número a algún tipo, esperas a que te llame… suele ocurrir.
-  Es cierto. Pero en mi caso no es necesario. Te das cuenta que he invertido los papeles?
No sé. Seré relajada?
-Si lo eres. Dicen que en la confianza está el peligro. Aunque creo que tu actitud es pasajera.
- Es probable. Pero es que acaso debo comportarme como histérica?
-No webees. Nada peor que una loca de patio. Sigue así, pero cuando empieces a pasarlo mal, termina.

Toda la razón.

-Y tú qué tal?
-Adolorido. Tuve una noche de sexo increíble…

Creo que está conversación se pondrá interesante.





viernes, 1 de julio de 2011

Quién dijo manipuladora?

Nosotras en nuestro tránsito por la vida, tenemos una añeja manía que solemos inyectar sin previa advertencia cual virus en un cuerpo indefenso y así utilizarla (en todo ámbito) para nuestra conveniencia. Heredada de nuestras antecesoras, pasando de generación en generación a través de los años, ha ido viciando las relaciones y el trato con el sexo opuesto porque mediante ella, nacen más y más gérmenes. He aquí: La culpa. No. No es esa que restregamos a la cara apuntando con un dedo acusador. Es aquella donde resaltamos todo lo positivo que hacemos en pos de una relación y lo magnificamos sin perder el más mínimo detalle, quedando los esfuerzos del otro un poquitin disminuidos.
Sembrada la culpa, ejercitamos las neuronas pensando  en cómo podemos manipular, conseguir eso que tanto estamos esperando, hacer que dure un tiempo, manejar las situaciones a nuestro antojo, jugar un poco con el cerebro masculino y para esto tenemos un nuevo rol que ejercer: Víctimas.
Sumada la culpa al papel de víctimas, solo nos queda agregar el último pero no menos importante ingrediente, ese que deja perplejo hasta al más duro de los duros y el cual, por gracia divina nos sale facilito: El llanto. Aunque sea una lagrimita pequeña, si solo se te llenan los ojos y no cae, no importa, igual sirve. Y Voilà! Gracias a esas emociones, tenemos un arma absolutamente poderosa (Culpa, víctimas, llanto=CVL).
No es para sorprenderse. Biológicamente estamos “justificadas” por la naturaleza puesto que (aquí tome nota y aprenda) el hemisferio derecho del cerebro del hombre, está más desarrollado que el nuestro, lo que nos hace más emocionales y a ellos más analíticos. Entonces, quien dice que no podemos sacar provecho de eso?
No mal entienda las cosas. El sexo no es un premio que el hombre debe “ganar” o algo que nosotras ofrecemos como  “regalo”, no pues, regalo sería un strip tease al estilo de nueve semanas y media. Si no quieres sexo, no lo hagas, si quieres, no te aguantes por caprichos a veces bastante tontos que fulanito no cumplió (no llamó, se demoró más en llegar, se le olvidó comprar tu encargo, etc.). En el fondo lo que haces con eso, es postergar  deseos propios, privarte, ya sea de caricias varias, arrumacos y demostraciones de amor y a cambio, tienes un mal rato y quedas sujeta por ti misma a esos malos tratos que ni siquiera identificas como tales. Tampoco se trata de minimizar lo que sientes, simplemente crea un filtro y analiza lo que es importante y lo que vale la pena discutir  y no te compliques por pequeñeces. Como ya he dicho antes, comunicación.
Continuando con el tema, por ser tan emocionales, oportunidad que tenemos, solemos plantear las cosas que nos preocupan, lo que nos molesta o lo que esperamos de la pareja, pero a veces terminamos discutiendo a grito pelao defendiendo ideas y puntos de vista, subiendo el tono y diciendo cosas que después fijo te arrepientes de haberlas dicho. Calma. Piensa. No reproches y después de eso, habla.

Por otro lado, también a nuestro favor podemos utilizar las manías de algunos hombres. Siempre quieren solucionar nuestros problemas, ayudarnos, contenernos, como una especie de  héroe al rescate o un súper macho en acción…somos tan vulnerables, débiles, necesitamos un pilar en que apoyarnos…dejemos que lo sigan creyendo…

La maca me decía hace unos días  que estaba feliz después de un fin de semana de lujo que pasó con su cuasi marido. Al preguntar qué hizo para que eso sucediera, me sonrió y dijo: El secreto de la abuela.
“Con tres hijos, es difícil que quede tiempo libre para mi misma, llena de quehaceres cotidianos, el manejo de una casa, las tareas de los niños, el trabajo de medio tiempo, etc., estaban haciendo que colapsara y no me sentía muy apoyada. Ya antes le había reclamado a él, el poco compromiso de su parte y lo que conseguí fue recriminaciones varias, un estruendoso portazo y el pelo opaco por días. Pero ahora, lo pensé antes y simplemente aterricé y le dije cebolleramente: Necesito un descanso. Siento que la vida se me está yendo de las manos y no lo estoy disfrutando, no tengo fuerzas ni ánimos y juro que pongo todo de mi parte, doy todo de mi misma, estoy ahí cada vez que me necesitan, los niños, tú…trato en lo posible de estar  presente pero siento que me desmorono…y el llanto desconsolado”.
Entonces me mira fijo y tuerce la boca en una rara forma de sonrisa...o tal vez era satisfacción, no logré identificar bien su gesto (tampoco me iba a poner a analizarlo).
Se puede más con melodrama que con histeria, me dice. Increíble pero cierto, porque el resultado fué compromiso de  viajes de descanso y ayuda periódica.

Suena maquiavélico es verdad, pero funciona. Y es que ellos son taaaaan básicos. Pero ojo, no es para que CVL se haga un vicio, si al final de cuentas cualquier cosa desmedida, termina por aburrir y ya sabemos que la paciencia no es una de las virtudes masculinas, a menos claro, que se haya topado con un mamón de aquellos que solo saben decir sí mi amor (Que fome), si no es así, no nos queda de otra que utilizar los viejos trucos las sabias matriarcas.
 Al final de cuentas tienen su coranzoncito y aunque lo nieguen de rodillas, ellos sí creen el cuento del príncipe azúl y por dos razones tratan de mantener la paz de su princesa afligida. Una como ya dije,  porque se creen super macho todopoderoso y la otra porque claramente nos volvemos insoportables.
Ustedes eligen que hacer. Lo que es yo, preparando el llanto... necesito botas nuevas.



lunes, 13 de junio de 2011

Cuál bruja?

Hace unos días, caminando por ahí de la manito con un galán (ejaleeeee) paveando como es costumbre en mí (sí gracias lo admito, vivo en otro planeta la mayor parte del tiempo), nos encontramos con la típica escena de amor y odio de una pareja de chiquillos que bordeaban los 16 años. A mí, que me gusta reír de ese tipo de cosas, le pedí a mi bello acompañante, que parásemos un rato para observar la situación.
Ella, de brazos cruzados, con su mejor cara de actriz  de teleserie cebollera, moquillenta a más no poder, le criticaba a él, niñito con cara de ave (ganso, pavo, pollo) que se deshacía  en explicaciones y con serio problema de lenguaje (nervios quizás porque tartamudeaba el pobre), que una vez más se había olvidado de una fecha importantísima de su relación.

Ella: Hoy es nuestro cumplemes. La vez pasada igual te olvidaste. No sé por qué tengo que recordártelo, acaso no soy importante para ti?
Él: Lo que pasa es que, es que, tuve que estudiar para esa prueba, la de estadística, se me pasó el tiempo.
Ella: Claro, se te pasó, tanto que ni siquiera me llamaste. La verdad es esa, no te importo!
Y camina en pos de terminar la discusión dejando al cabro perplejo y viendo como se alejaba. Reacciona y la alcanza.

Yo seguí en lo mío (que rico) pero me quedó dando vueltas el tema.  Y es que hay mujeres, en la edad que sea, que disfrutan el papel de víctimas, que cuando se trata de dar lástima, de hacer sentir culpable, son expertas. No me pondré a analizar a esta pareja que para mi gusto es bastante pequeña, pero lo cierto es que se da en todas las edades. Es decir,  lo mismo hace una mujer más madurita (de chicas que somos medio locas).
Se critica bastante la amnesia varonil, ya sea por el cumpleaños, aniversario de pololeo, de matricidio, reuniones, fiestas, etc.  Nos preguntamos por qué olvidan todo.  Nos fijamos en cosas mínimas considerándolas un error de proporciones gigantescas. Solemos llenarlos de preguntas y cuestionamientos a veces absurdos y como por naturaleza tenemos una agenda en el cerebro (las fechas son nuestra especialidad), no entendemos que ellos no recuerden cosas que a nuestro parecer (sí, solo al nuestro) son de incalculable valor. Y la verdad es que es una manera un poco enferma de enfrentar una relación, porque para más remate, nos quedamos sin sexo. Y no porque el chiquillo no quiera, simplemente porque nosotras no pasamos por alto la afrenta y  los rechazamos como si fueran residuo tóxico (ese tema da para largo). Lo peor, es que creemos que vamos por la senda correcta al “validar” nuestras emociones frente al individuo y lo que hacemos en realidad es perjudicarnos y pasar gratuitamente un mal rato comportándonos como obsesivas.
 Por eso, si tus expectativas son muy altas y esperas un comportamiento especial, que se arrodille a tus pies obsequio en mano, que te lleve una serenata, a cenar a la luz de las velas, a un picnic bajo la luna o que le achunte al regalo ideal, déjame decir que vas por mal camino. Por qué?  Porque ellos no monitorean fecha alguna, gustos, ni nombres y menos son adivinos. Si usted quiere algo, no espere que le lea el pensamiento, dígaselo, jamás lo sabrá si no le dan luces de ello. Está bien que tenga bolitas, pero no son mágicas. Si él dice lo olvidé, es solo eso, lo olvidó (haaaay si son como niños). Eso no significa que no la quiera, que no le importe y menos que tenga que pasar por una seguidilla de recriminaciones, desde el día que se conocieron hasta el presente, porque para eso sí que somos mandadas a hacer, nos acordamos hasta de la pelea de hace 5 años atrás:
 “Te despreocupas de mí. Es lo mismo que pasó hace tiempo. En abril, era día viernes, a las 7 de la tarde, estaba la Pepa y la Mary, habíamos comido recién un pie de limón en la once, que compraste en la panadería de Alameda con el Carlos. Tenías puesto jeans y el jersey  rayadito que te hice dos inviernos antes, el de lana natural que trajimos  de esa feria Artesanal en Conce, cuando fuimos de vacaciones con la familia del Tito, el Tito poh, el ex de tu hermana, pero si los presentó la Pepa en la fiesta  a beneficio de ese cabrito chico que tenía labio leporino. En la tele estaban dando Mekano y empezaste a bailar, acuérdate que me fui corriendo al baño porque me entró una basurita en el ojo y no la podía sacar, me fuiste a buscar colirio por la irritación, me pusiste dos gotitas, pero te equivocaste y me echaste Viadil. Estuve dos semanas con infección. Cómo no te vas a acordar?”

En casos así, tienen todo el derecho de llamarnos, provocadoras, histéricas, brujas, depresivas, bipolares, lunáticas, locas y un interminable etc.

Ahora, distinto es si quiere obtener algo a cambio y se aprovecha la situación para desvanecerse en llanto y conseguirlo. Y se puede, porque de tanta cosa que le dice al pobre fulano y como por lo general lo pilla volando bajo, sin  tiempo de defender postura alguna ni de pensar con claridad (no lo dejamos hablar), no le queda más remedio que aceptar sus recriminaciones, sentirse culpable por ocasionar tamaño dolor a una inocente mujer y por ende intentará recompensar el “sufrimiento”, porque con esa actitud de damisela herida, se puede asegurar mínimo, un regalito caro (bendita culpa).
Pero, si queremos tener superioridad de géneros, perdón, igualdad, es mejor que empecemos a comportarnos como personas normales y dejar de buscarle la quinta pata al gato con cosas que no tienen sentido. Pa-cien-cia. Si el hombre en cuestión (el que la quiere y le calienta las patitas por las noches) se disculpó, sepa que es honesto, sí créalo, es honesto, así que guárdese su paranoia, porque nadie soporta escándalos ni  una cara de lástima, al menos no por mucho tiempo. Y si quiere quedar sola y reemplazar a su macho por un juguetito, entonces siga así, que en cualquier momento fijo que lo logra.

sábado, 4 de junio de 2011

A evaluar

Si se siente identificado (a) lo mejor es corregir las costumbres y sobretodo, ríase, esto no es en su contra.

Fútbol.
Los amigos juegan la típica pichanga un sábado por la tarde. El equipo que pierde compra chelas y puchos. La carne la pagan entre todos. Ninguno quiere ponerse de arquero porque  cada uno de ellos se cree un pichichi, un crack,  un goleador. Con el sueño frustrado de sacarse la camiseta al celebrar un tanto y mostrar un mensaje para alguna mujer (mamá, amiga, polola, esposa, dudo que para la suegra) o quizás a un hijo/a,  bajo el aplauso del público de un estadio europeo.
Todos se pelean por no estar en la portería. No hay más remedio democrático que tirarlo al cachipun.

Empieza  el partido. Las faltas por empujones, manotazos, puntapiés, tirones, zancadillas, adelantos, se cobran limpiamente con garabato de por medio  porque no hay árbitro. Las lesiones por sacada de chucha son heridas de guerra y si los ánimos se sulfuran, queda todo dentro de la cancha. Juegan sin tiempo, da lo mismo cuanto se demoren porque el partido finaliza cuando uno de los equipos anota diez o quince goles, quizás a los veinte si es que llegan a empatar en la mitad (no ven que se entusiasman estos cabros con la pelotita). Cuando ha pasado su rato prudente, no falta la polola “buena onda” que llega “sorpresivamente” para hacerle barra a  su peor es ná (casi siempre con una amiga): “Vamos mi amorcito, tóquela, no sea comilón” y en el peor de los casos, gritando eufórica con pompones de papel de diario: “camión, camión, camión, venimos de Puerto Montt a ver a nuestro equipo que va salir campeón”, “cucharas, cuchillos, ánimo chiquillos” con coreografías al más puro estilo cheerleaders. Lo cierto es que, lejos de sentirse apoyado, es una molestia, y los jugadores, ya saben cuál de todos es el macabeo que se va directo a la casa. Chao cervezas, cigarros, asado. Chao pasarla bien con los amigos rememorando los goles. A cambio, tendrá sexo.
Así no mah es la cosa.
Entienda esto: No sea desagradable. Y a menos que se lo pida, no se vaya a meter a la pichanga. El cabro está con amigos, A-MI-GOS.
Y el asunto no termina ahí. Acaso creen que el resto de los futbolistas se salva de pasarlo mal?  Sí?
Se equivocan.
Los chiquillos siguen de lo mejor su carrete de machos peludos, hediondos y sudorosos (obvio que no van antes a darse su duchita). Están cerveza en mano, chuteadores puestos, pelando al macabeo, a la inoportuna de su polola y creyéndose súper niños por hacer lo que les da la gana. Aunque sospechan  que la pareja está con flor de berrinche porque el lindo no ha llegado y no se ha dignado a llamar.
Entiendan que está preocupada por su seguridad: Y si le ocurrió algo?.
Y también se pasa rollos: Y si tiene otra?
Y la cabra empieza a  tener cambios que van de la rabia a la angustia. Porque para colmo el weoncito no contesta el teléfono!. No es tonto. Si lo contesta es escándalo seguro y los amigos lo agarrarán para el webeo diciendo: otro macabeo más. Si no lo contesta, escándalo igual, pero lo tendrá a puerta cerrada. Mejor dejar que el celular suene o de frentón lo apaga. Y ahí es cuando las mujeres (unas más que otras) hervimos de rabia  y  afloran todo tipo de ideas vengativas. Luego se recapacita pero la imaginación vuela por  hospitales o acompañando al susodicho a rehabilitación porque el accidente fue grave. En milésimas de segundos después, lo imaginamos con la tipa que quedó mirando en la calle…debe estar con ella… y de nuevo nos  invade la rabia. Y así nos llevamos por horas durante la espera hasta que el cabro llega. Resultado: (alivio por verlo bien) Recriminaciones varias, una que otra lagrima,  explicaciones, reproches  de situaciones antiguas, etc. No. No hay sexo.
Por qué en ningún momento se piensa “ah, El Mauro  va a llegar tarde. Siempre se demora  cuando va a jugar. Lo bueno es que se distrae, elimina todo el estrés de la semana, lo pasa bien.  Y quién no, con esa manada de buenos pal webeo, mejor me acuesto a ver una película o armo un panorama con las brujas”. Y santo remedio!!! Para qué martirizarse y crearnos un mal rato?  (Pero nooooooooo a nosotras nos gusta andar haciendo el papel de histéricas).

Nos falta el soltero del grupito.
Sin esposa, polola, pareja o  conviviente (una siempre se pregunta con un dejo de lástima, por qué no tiene. Y no por cariño- por alguna razón desconocida- lo nombramos con diminutivos: Pepito, Juanito, Julito, Andresito), trata a todos de macabeos, que no tienen los pantalones puestos, que en  casa manda calzón, molestándolos con el típico argumento que es mejor estar solo, para no ser mandoneado y hacer lo que se le de la gana, que nadie les hincha las pelotas, que solito es autosuficiente, etcétera (pero  la mamita le lava y plancha la ropa). En  realidad, como dice una sabia amiga: Se van los amigos, se acaba el copete, la comida, el carrete  y el hombre está absolutamente solo, esperando compañía en el próximo partido o deporte que le guste y buscando panoramas como desesperado. Los reconocemos por su frase típica (que la dice a cuanta persona le habla en el msn, my space, faceboock, twitter, etc.): Y? cuando un roncito (chelas, piscola o lo que sea)?. Coincidente con los otros, tampoco tendrá sexo.

Ellos, ven el tema como un “castigo”  y está lejos de ser eso. Somos algo más enrolladas. Ya lo dice John Gray en uno de sus libritos: La mujer monógama para tener sexo, debe sentirse amada, valorada, respetada, conectada sentimentalmente. Para el resto de nosotras,  yo prefiero llamarlo actitud positiva. En otras palabras, tendrán que esperar que se nos pase el enojo porque lamentablemente para los machos (y también para nosotras), las mujeres en todo ámbito de nuestra existencia, ponemos  las emociones en primer lugar y es algo que no siempre podemos manejar.
Ahora bien, si la mina es relajada (evolucionada) y el chiquillo sale, no se hará ataos, arma su propio panorama y si no lo tiene, no se complica la existencia, menos con que su macho salga, llegue a la hora del 3,14 co  y arriba del balón. Si el chiquillo tiene ese y otro tipo de libertades, y su pierna depilada es comprensiva con eso, cuando llegue a la casa si  la pilla durmiendo tranquilamente a las tantas de la madrugada, por favor absténgase de despertar a la pobre para satisfacer su placer sexual, porque a ninguna mujer le gusta que un curao se le monte encima justo cuando está en lo mejor de su sueño. Y eso no es “castigo” es sentido común. Distinto es, si llega tranquilo sin hacer ruido, se acuesta, duerme unas horas y después de eso, comienza a incitarla con caricias lentas e interminables. Eso siempre será bienvenido.
El tema da para largo. Pero hay varias cosas que debemos entender:
Todos necesitamos espacios propios, mantener nuestra libertad aún después de formalizar con una pareja. A todos nos gusta que nos contesten el teléfono (sobretodo a nosotras) pero a  nadie le gusta que lo llamen diez veces en una hora, que se aparezcan en reuniones en las que  salen sobrando y menos que le hagan escándalos. Entiendan, no se deja de querer al salir por separado, al contrario, es absolutamente necesario y sobre todo por mantener tu propia vida. Por lo tanto, evita la dependencia. Y si ya tienes dependencia evita la psicosis,  porque por algo eligió estar contigo, para qué echar las cosas a perder? Al final de cuentas es súper fácil el zaping y meter goles en otro arco.

jueves, 2 de junio de 2011

Inocente hasta que se demuestre lo contrario

Se han dado cuenta que  hay ciertas cosas que en su momento no logramos identificar, que por alguna razón no encontramos la palabra adecuada para ponerle nombre?
Esas cosas las vamos haciendo parte de nosotras mismas, simples señales que dan pie para cuestionarnos, para cambiar algo de lo que somos y como somos, lesionan tu autoestima y se transforma en ocasiones en una molestia casi asintomática, deseando inadvertidamente calzar  en el prototipo de un externo (la mente es taaan frágil) y puede pasar en cualquier etapa de nuestras vidas…Quizás por ello, estuve su buena cantidad de tiempo pensando de mí algo que definitivamente no es cierto…

No es cierto. Y mis amigas me subieron al banquillo intentando que confesara, que les diera algún indicio de algo para poder burlarse o pelar. 
Ya con sus buenos cortos de tequila en el cuerpo, mi fiel cigarro entre los dedos y los ojos de estas mujeres puestos sobre mí, hago mi mejor papel de mujer indefensa, débil y desprotegida y en forma vehemente alego inocencia.

…No era yo, lo juro!

Como todas sabemos, existen dos cosas que nos gusta hacer en reuniones de mujeres (aparte de comer, fumar y beber), la primera es querer saber absolutamente todo en el copuchenteo habitual de estas juntas y la segunda, después de saberlo, comentarlo.

Que feo caer en comparaciones niñas, no puedo hacerlo- Les digo para cambiar el tema y no seguir como chivo expiatorio.
Y ellas siguieron.

Pero si tú ya eres inmune, confiésalo, algo te debe haber molestado, algo debes haber querido cambiar de esos individuos…o ellos de ti!

-Cambiar nada. En lo menos que me fijo de un hombre es la apariencia. Es cosa de enumerar a los susodichos y ver lo distintos que han sido. Ya saben, en la variedad está el gusto. Gordos, flacos, pelados, peludos, lindos y feos, lo único que han tenido en común es el metro ochenta. Cada uno fue importante (que linda)

-Pero uno de todos te que marcó cierto? Me preguntan, con una sonrisa maquiavélica que casi veo al demonio…o quizás el tequila estaba haciendo efecto…

Sí. La verdad es que hubo uno, no solo el que más he querido hasta ahora, sino,  el que abiertamente me acomplejó…ya las dije, la mente es frágil, sobretodo con lo vulnerable que solemos ser en ocasiones.
Floja me decía. Yo, con el humor sarcástico que me caracteriza, le daba la razón y lo admitía.
En cierta medida era innegable, porque tenía una actitud pasiva y le dejaba toda la pega. Como la típica mujer que parecía más bien una muñeca que persona, me dedicaba prácticamente a disfrutar (sin mucho cargo de conciencia la verdad y con la media sonrisa). Y lo raro es que quedaba adolorida por días como si hubiese corrido una maratón de incontables kilómetros, sin haber movido siquiera un dedo. Y por alguna razón cuando era yo quien llevaba la batuta, me cansaba con facilidad. Culpé al cigarro y a la vida sedentaria. Entonces, me acomplejé con la idea de que para tirar era una floja. No es responsabilidad de él, obvio, claramente es una cuestión que yo alimenté (total, lo pasaba bien igual). Pero cuando cambié pareja, a alguien físicamente distinto, más bien, totalmente distinto, la cosa se puso buena.
Al ser el anterior una especie de vikingo (cien y tantos kilos) y con la cantidad de tiempo que se demoraba (un prodigio) soportar su peso por tanto rato, me dejaba hecha nada. No digo que no lo disfrutara, al contrario, en el momento no sientes peso ni dolor, porque estás tan metida en la faena que no piensas en nada más, que en llegar a la meta. Pero después, me dolía el pecho y espalda para respirar, caminar era absolutamente doloroso y subir escaleras ni les cuento! (Merezco una condecoración por valentía!).
Pero el punto no es ese. Por qué razón no podía encontrar la posición correcta y hacerlo yo? Se puede perfectamente, si hay tantas formas de ejecutar el acto sexual! . Pero como no había demasiada comunicación y yo poco atinada, nunca me di cuenta hasta que llegó fulano (y mengano). Huuuuuuuuuy  se me cae la baba. Entones descubrí la falla:
No era yo, era la panza del chiquillo!!!
Esa amortiguaba movimientos sin permitir que hiciera bien la pega y esforzarme era inútil puesto que tenía “una pared” que me impedía llegar “más allá”. Así, quedaba muerta sin haber logrado mucho que digamos…en otras palabras no podía….ooh que pena 
(Ahora pregúntenme qué tal es el asuntito, la cara de risa no me la quitan!)

Es cierto, nadie es perfecto. La clave está en tener el control de ti misma sin dejar que una opinión determine o cambie  siquiera una milésima de lo que eres, de lo que quieres hacer, a menos claro, que evoluciones, que sea constructivo. Que se hable el asunto. Así restableces los  vínculos, hay nuevas ideas, cambias el modus operandi para que el tema no sea tan mecánico y estás dispuesta a experimentar cosas nuevas. Pero si te están diciendo a cada oportunidad, algo que no te gusta, plantea el asunto, cambia la perspectiva y mejoren, no lo tomes como algo personal, la comunicación es primordial  y si definitivamente no la hay, Au Revoir.


Concluyendo,  no hay que quedarse en la “zona cómoda”, tampoco se trata de dar lo que  él espera, ni esperar que él adivine lo que quieres (eso no es posible). Hay que pelear como se debe.
Pero machos, nadie pide un cuerpo perfecto, porque juro que eso es secundario, incluso nos gustan bien maceteados, pero si puede, por favor póngase a dieta  y baje la guata.  
Prevengamos juntos la artritis reumatoide en las féminas!
Gracias.

martes, 31 de mayo de 2011

Lo hago, no lo hago, lo hago, no lo hago

Debí hacerle caso a mi horóscopo. Esto de los amigos con ventaja en ocasiones (cuando empiezan a confundir las cosas), son algo más que un dolor de cabeza. Así que por causa del individuo (huy que nos encanta culpar a los demás)  ando con el cortisol por las nubes, lo que me está provocando un humor de la puta madre. Y claro, Tauro me lo advirtió: “Hombre con síntoma de pertenencia la rodea. Aléjese”.

Nosotras las mujeres, que solemos enredarnos demasiado con la culpa (y con cualquier tipo de emociones), estamos tomando más control sobre nosotras mismas y sobre lo que deseamos. Estamos dejando de lado las aspiraciones poco realistas con respecto a la pareja, viendo el tema “normal” y no idealizándolo al pensar en la exclusividad y cero rollo de por medio. Touch and go. Pero algunas veces, mientras buscamos pasarlo bien un rato, sin interponer ni una pizca de sentimiento, nos sale el tiro por la culata.  

Analizo la situación.

Es bien sabido que a los machos no les gusta o no les nace hablar de amor ni sus derivados. Raro, muy raro que lo hagan. Quizás porque los pone nervioso descubrir que alguien tiene cierto “dominio” en ellos, o  creen que admitirlo sería aceptar que tienen un grado de dependencia, de apego o de pérdida de libertad. Y algunas mujeres se desesperan pensando que él solo la busca  para la cama y los menesteres sexuales (disfrútelo por favor) sin un “compromiso” de por medio, sintiéndose  utilizadas, desvaloradas, poco queridas y cuanta cosa pase por esa cabeza,  alimentando así, inseguridad en una relación. Y la verdad es que es cierto, hay muchos de esos que  solo se quieren encamar (insisto, disfrútelo), pero la gran mayoría, les cuesta  encontrar las palabras precisas  para expresar lo que tienen dentro. A los amigos por ejemplo, cuando andan “conversadores”  la mayor información que logras sacar es un “me siento bien con ella” o un “me gusta esta mina”,  pero de sentimientos, nada, hasta una montonera de tiempo después... lo que por alguna razón estoy recién empezando a comprender.

Respiro profundo y enciendo un cigarro.

Cuando piensas en tu o tus amigos con ventaja (las que lo poseen), lo haces con nula expectativa de evolución de lo que ya tienen. Lo más destacable es babosearte por su “mano lenta” (mi caso), porque obvio, si lo tienes para eso, es porque el tipo tira rico y te gusta repetir la experiencia. Pero de ahí a sentir las cosquillitas en la panza o querer mutar a algo más “serio” y convertirlo en el formal, es muuuuuy distinto. 
Por eso, es importante aclarar desde el principio el tema y negarse rotundamente ante cualquier indicio de cambio. Yo lo advertí: Todo el cuerpo, nada de alma. Y funciona, o más bien funcionaba.

Sentimiento paralizado

Hacerlo solo por tener ganas es algo impagable. No hay responsabilidades de por medio, no hay demostración de amor ni “obligaciones”, ni esperas llamados ni debes llamar. Simplemente te das el derecho que tienes de disfrutar tu sexualidad.  Pero si te llegas a enamorar, el precio puede ser demasiado alto. Es como cuando te tiras a tu ex sintiendo algo todavía. Lo pasas bien, es cierto, quizás el amor que te queda, te lanzan a los brazos de aquel que has tratado de olvidar. Es genial, lo sientes, te sonríes, pero al día siguiente   todo se vuelve deprimente, y por qué? Porque pusiste tus sentimientos en bandeja y te das cuenta que no avanzas, que has retrocedido, que nada vuelve el tiempo atrás y que duele. Como dice Sui generis: “Y descubrís que amor es más que una noche y juntos ver amanecer”.  Mejor alejarse hasta que las heridas hayan sanado. Es lo mismo con el amigo; no debes ignorar las consecuencias.


Por él…por una misma

Seria, casi impresionada.
Un te amo no es cualquier cosa, menos viniendo de los labios de un hombre. Y es aquí donde vuelve la culpa…una aprende a tener cariño después de las experiencias, después de intimar y compartir conversaciones triviales, después de mostrarnos tal cual somos. Mantienes ese lazo de amistad que no se pierde por una sesión (increíble) de sexo, pero chucha… me ama… las cosas cambian y lo que me espera es una infinidad de explicaciones y buscar formulas para decir No más.
Qué hay que hacer entonces? Disfrutarlo o no?  No pues. Ya estaríamos jugando con el tipo, no importa si es mayorcito y sabe lo que hace y donde le aprieta el zapato, cuando hay amor de por medio, queda vulnerable, lo único que conseguiremos es lastimar y eso indudablemente nos pasará la cuenta. Así que para que el cabro no sufra (lo más probable es que ya esté sufriendo) y a una no se le devuelva el daño que podemos ocasionar, tome inmediatamente medidas para que eso no siga, si tampoco es cosa de que seamos unas zorras insensibles
(Pucha que sería fácil si pudiéramos elegir)

El problema actual, es que el chiquillo me llena de mensajes, algunos bastante sugerentes, lo que me tiene casi famélica y la carne es débil. Sobre todo con este, que no solo me derrite la forma que tiene de besar, es bueno en toda posición; dicho de otro modo, como lo ponga funciona. 
Creo que en cualquier momento la tentación termina por convencerme. Quizás sea bueno cerrar el capítulo. Quizás no.
Me siento entre la cama y la pared…no sé…

En una de esas, una última vez, no hace daño a nadie.






viernes, 27 de mayo de 2011

Le saco la sal?

Andaba yo un día, medio entonada con el aire citadino y bohemio, casi arriba del balón la verdad, en uno de esos bares, como tantos de ciudad, cuando me encontré con una muy querida amiga (regia la yegua).Después del saludo y abrazo de rigor, le pregunto mostrando mi bella sonrisa:
Y cómo has estado?

-          “aquí poh, pasando penas, después de la media embarrá que quedó hoy con el Gonza, no me queda de otra que alcoholizarme…me sacó de mis casillas ”

Ahí paré las antenas porque ese chiquillo es un pan de Dios, me negué casi instantáneamente a pensar que pudo haber hecho algo fuera de lo habitual.
Y siguió…

“De partida es un impuntual, no se preocupa en lo más mínimo por los esfuerzos que he dedicado a esta relación, claro, como él se hace el bueno, cree que todo el mundo tiene que aceptar sus actitudes, y no solo eso, no piensa en mí, ni en el tiempo que lo esperé pudiendo pasar cualquier cosa, y si me asaltaban? Le dije que ya estaba cansada de ser la última en la lista de sus prioridades, siempre tiene algo más importante que hacer y dónde quedo yo? Dime. Dónde?”

Con las pepas abiertas, imaginando la triste y larga espera, lo único que atino a decir es: Que lata y cuánto rato estuviste esperando?

-Diez minutos!!! Imagínate.

 Yo, que soy una impuntual por naturaleza,  al escuchar la cantidad de tiempo, casi me da un ataque de risa.

 Weona, anday con la regla?

Efectivamente… y me dio pie para pensar.

Nadie en la faz de la tierra ha sido capaz de descubrir la fórmula correcta para llegar a entender a nosotras las mujeres.
Años de investigación, publicaciones de textos, libros, estudios, manuales completos de psicología femenina, autoayuda y un cúmulo de reportajes y teorías psiquiatricas al más puro estilo Freudiano, no han bastado para  hallar la “solución” a tan interesante (obvio) y difícil ecuación. Más difícil aún  en “esos días”.
A raíz de ello, somos blanco de críticas, de burlas, bromas,  pelambres varios e insensibilidad masculina. Incluso los antiguos “sabios” tildaron a la mujer de “impura” mientras duraba el ciclo. Injusticia y discriminación.
Pero admitamos, solemos comportarnos como un verdadero cacho. No por nada la publicidad en la  TV de los productos para el SPM nos describe tan bien. Lloramos a mares hasta por lo más insignificante, estamos inconformes con todo, con la ropa, nuestra apariencia, con las opiniones de los demás, por el día que amaneció nublado, por nuestro trabajo, los compañeros, etc. Nos enojamos descomunalmente por cosas ínfimas  y en fracción de segundos, ya estamos riéndonos otra vez (eso demuestra lo frágil que es la psiquis femenina). Para rematar, nos da rabia que el chiquillo no nos entienda ni sepa lo que queremos, como si no nos apoyara, lo encontramos inmaduro, poco comprometido, que no se cuadra  con nosotras y empezamos con una seguidilla de reproches cual madre a su hijo cuando se ha mandado una cagá, pillándolo desprevenido y sin oportunidad de defenderse, de atinar a decir algo, porque claro, como no es tonto, en una de esas lo que diga, quizás sea peor…No es adivino!.
El pobre hombre paga los platos rotos por nuestro estado ciclotímico, soportando además, la típica frase dicha entre moco y lágrimas,  con un melodrama digno de un Oscar: “No me quieres”.

Algunas ya hemos aprendido a manejar un poco más el tema, pero sigue siendo complejo y es que no solo lidiamos con los cambios nosotras mismas, arrastramos a todos con ellos. A saber: El cuerpo se hincha, las pechugas y útero duelen, salen espinillas, flujo vaginal (lo que para algunos entorpece el sexo), calambres abdominales, nos da una ansiedad tremenda y comemos como si se fuera a acabar el abastecimiento mundial, batallamos con los cambios de ánimo, nos da rabia o pena todo lo que pase a nuestro alrededor, nos sentimos confundidas…sale todo nuestro lado bipolar, y en esas instancias, somos tan poco claras, que terminamos retorciendo los sesos de los hombres…
…..Créanlo, nosotras también navegamos a oscuras. Aunque igual, a estos cabros no les cuesta nada subirnos un poco la autoestima un par de días al mes, quizás con un piropo mínimo. Un te ves bella, bastaría para bajar el nivel de estrés que causa el desorden hormonal. Porque sepan, mente, cuerpo y espíritu, quedan totalmente desconectados!.  Más encima, parecemos viejas decrepitas, tomando agüita de manzanilla, poniéndonos guateros en la panza y comprando todo tipo de productos para el periodo menstrual sin siquiera coquetear con el farmacéutico!. No hay ánimo para eso.
Pero ojo, si la cosa no es por  sintomatología de aquellos días y es algo  bastante frecuente, por favor, por el bien de la humanidad y de aquellos hombre buenos y fieles (los hay aún) váyase directo a consultar al  psiquiatra y que le hagan una mantención porque algo debe estar fallando en su cabecita. Y si no quiere eso, deje libre al chiquillo para que conozca a alguien cuerdo y haga todos sus esfuerzos por emparejarse a un ingeniero calculista o a un vidente. En una de esas, él sabrá como manejarla o anticiparse a sus episodios. Mientras, trate de contar hasta el millón si es necesario, antes de decir o hacer algo de lo que después se arrepienta.

domingo, 22 de mayo de 2011

Que el jurado delibere

Si hay algo que me mata la pasión hasta hacer revolver mi tripa, es un hombre que se cree el hoyo del queque, arrogante en su máxima expresión, informado, educado, erudito, culto, etc. pero que en un desliz destruye sin piedad el idioma español.
No hablo de los que utilizan el garabato en su lenguaje cotidiano, yo también lo hago y la verdad es que me gusta, ni de los que utilizan frases creadas en nuestra larga y angosta tierra (léase chilenismos o coa), esos hasta me hacen reír con las ideas que quieren exponer y las expresan con dichos ya tan habituales y que todos utilizamos (“El día del pico, echar la foca, penquearse, ponerle fianza, el poto a dos manos, macoña, etc.) No hablo de ellos, hablo de una estirpe más pretenciosa, cuyo nutriente fundamental es leer EMOL (los titulares) para mantenerse “informados”, porque ya saben, es El Mercurio, ningún otro medio de información es válido, hay que leer calidad señores! No ande aceptando por ahí el Publimetro, la Hora o comprando La Cuarta o Lun, y ni ver a Consuelo y Amaro en el noticiero central, no pues, eso lo hace el “resto” de la gente, los menos académicos, los rotos. Así aprenderá cifras, porcentajes, se enterará de cómo avanza o retrocede el país y como el cabro este, se formará una opinión clara y precisa del acontecer diario (pero oh casualidad, es exactamente lo que escribió el periodista). Se jactan de educados, de instruidos y miran al resto del hombro hacia abajo o de frentón roteando o tildándolos flaytes o resentidos, porque claro, ellos son superiores, lo mejor de lo mejor, la créme de la créme, y no hacen más que repetir lo que leen. Me hace recordar la frase del célebre tema de Los Prisioneros: “y solo eres una mierda buena onda”.
Para demostrar su aprendizaje en el idioma extranjero, no hacen nada peor que combinar español con inglés. Por favor una de dos, o dice la frase completa en inglés o de lleno la dice en español. Pero no diga por ejemplo: mi love, compré unas flowers hermosas, el día está beautiful, etc. O se han fijado en esos que “sin querer” ponen antes y después de cada oración el te, le, me, lo, la (habitual de huasos y huasas de nuestro campo Chileno) Me están entendiéndome?. Si te gusta un poco, soportas estoica la forma que tiene de referirse a ciertas cosas, al principio lo puedes encontrar hasta tiernucho, pero pasado un tiempo, si la cuestión no es cosa de equivocarse y es frecuente, dan ganas de ahorcar a fulano por no decir todo en forma correcta. Y no es que esté discriminando, pero ubíquense, para qué mostrar algo que no es y que no se tiene?. La conclusión a la que una llega es que es poco cerebro y mucho arribismo.

Por ejemplo, estás de lo más entretenida con el chiquillo en cuestión, él, amablemente te pregunta si tienes hambre. Con tu mejor cara de deleite por la preocupación que manifiesta por tu apetito (o talvez pensado cosas como “Y este que chucha le pasa”?), le dices que sí.
Quieres comer picsa?
Bofetada
Pizza, mi amor (o cualquier cosa amorosa que se te ocurra), se dice pizza. Lo enmiendas con cara risueña por el error, obviamente disimulando tu desconcierto…
Y piensas…que rico como se disfrutan esos momentos de intimidad no sexual, de vida de pareja, de compartir lo que son…conectarse en cosas tan habituales, pero tan llenas de la vida misma…Estás pasmada en tus pensamientos hasta que él dice: Que rica estaba la picsa.
Espanto. Ya le dijiste que no se pronuncia así, no te queda de otra que morder tu lengua y comenzar la pelea imaginaria en extrema violencia, abofetearlo y decir, entiende!
Quizás, estemos avanzando en esta relación, cavilas mamonamente (así somos).Es la primera vez que te invita algo, te sientes halagada…Tan considerado que está hoy, tal vez quiera encaminar las cosas. Andaré con el vestido de novia en la cartera?

Quieres más picsa?

Aquí, se me desfigura el rostro, y estoy a punto de darme cabezazos contra la pared, o mejor, agarrar la cabeza del hombre y azotarlo a él. Por qué este chiquillo (en realidad estoy pensando adjetivos poco dignos de reproducir) no entiende? Tendrá Déficit atencional? No se supone que es ilustrado? Lo habrá aprendido de El mercurio?
Por tercera vez dejas pasar el inconveniente. Te relajas. Típico que piensas que es una manía tuya, que el problema está en ti por ser tan intransigente (tan buenas que somos), lo importante es la actitud poco habitual que ha tenido. Prefieres aprovechar el momento.

Podríamos salir a caminar un rato. Me estoy sintiéndome algo encerrado.
Lo estará haciendo con conocimiento de causa solo para molestar?
Y si le pego un sartenazo y hago desaparecer las pruebas?
Acaso piensa que después de sus discursos de cultura -que parecían manual aprendido-(aunque una igual cae con estos jetones), de conocimientos, de arrogancia, soportaré que hable desagradablemente?
Le digo: La verdad es que tengo cosas que hacer, te acuerdas que te conté? No? Bueno, tengo eso pendiente.

Entonces mi darling nos vemos tomorrow.

Y dale.
Me voy tranquilita sin mirar atrás antes de escuchar algo más y agotar mi paciencia, porque si la agota, igual podría golpearlo, total, no hay testigos.

Tal vez (solo talvez) sea una manía. Pero díganme…acaso no les molesta?
Y si un fulano con la mejor voz de galán de porno les dijera: Te lo quiero ponértelo? Noooooooo que atroz. Se aceptan hediondos (porque lo son), que se rasquen las bolas las veces que quieran delante de ti, que jamás tengan la culpa de nada, y hasta que se tiren peos y eructen como condenados. Pero mínimo, si quieren aparentar algo, que hablen bien!
Se los digo, para mí, es un ataque bochornoso a la integridad de nuestro idioma. El tema simplemente me colaCsa.