jueves, 10 de mayo de 2012

Que si, que no, que nunca te decides


Nosotras, gremio femenino, con la madurez que nos caracteriza (sí, a veces gracias) hemos aprendido a admitir que somos difíciles  de entender, de complacer, maníacas, bipolares, a decir que queremos algo en específico y terminar con hacer todo lo contrario, etc. y con ello, también aprendimos a aceptar las constantes bromas que nos hacen.  Es cierto de esa tendencia que tenemos de decir que preferimos a un hombre con un sinfín de cualidades, que sepa escuchar, honesto, que nos entienda, que sea atento, que nos llame seguido, que le gusten los niños, además de que sea guapito y una lista interminable de cosas “buenitas”. Alguien que a  los ojos de toda mamá, sea “políticamente correcto”. Pero por alguna “extraña razón” nos interesan más los pasteles. Esos minos alocados que andan con una y otra, que no sientan cabeza, el soltero codiciado, el bueno para el carrete, el que no nos pesca, el que creemos que nosotras mágicamente podemos cambiar y hasta el casado!. Es realmente ridículo, por decirlo de algún modo, siquiera pensar que un tipo X que sea adicto  a las drogas (por ejemplo) dejará el vicio de la noche a la mañana porque apareciste tú en su vida o que le sea fácil dejar a su esposa e hijos porque se dio cuenta que “no funcionaba” y la nueva elegida obviamnte eres tú. O peor, pensamos que podemos “convertir” a un hombre ultra mino pero que es un gay declarado. No. Los procesos son más largos y más dolorosos de lo que pensamos y lamentablemente tenemos una tendencia casi destructiva de seguir un patrón nada favorable para nosotras.
Por qué lo hacemos? Hay muchas respuestas psicológicas para ello, pero no daré la lata porque no soy experta y no diré que la raíz se centra en una falta de amor en tu infancia o la falta de apoyo emocional o una extraña patología que guarda tu subconsciente o alguna cuestión freudiana. Más bien, veámoslo de un punto de vista más generalizado: Nos encantan los desafíos, nos gusta ser winner, levantamos el mino por una cuestión de egos y poder, aún creemos en cuentos de hadas (me incluyo), imaginamos que somos Campanita y que nuestra vagina tiene fluidos con polvos mágicos y que podremos retener o convertir a quien se nos plazca,etc.
Hay que aterrizar  por varias razones y la principal, es prevenir un dolor innecesario. Y como siempre lo he hecho, lo digo por experiencia, mías y otras muy cercanas.
Sí, también tengo amigas que han estado  con un hombre casado. Mal enfoque de prioridades?, La pilló volando bajo?, Una una maldita destructora de hogares? La conciencia la hizo pebre? Ninguna de las anteriores.
Se han fijado que a los hombres les sorprende nuestra ambigüedad frente a cosas tan simples? Lo realmente sorprendente es que algunos de ellos se asombren aún de que una mujer busque sexo solo por placer y no con amor. Eso es cuento viejo.
Mal enfoque de prioridades? No. Simplemente era pasarlo bien sin ningún tipo de ataduras, como amigo con ventaja o touch and go.
La pilló volando bajo? No justificaría un acto culpando a un estado anímico.
Una maldita destructora de hogares? No.
La conciencia la hizo pebre? No. No tiene ni tuvo ningún contacto con ella, no la conocía, no le unía nada, ni afectos, ni amistad, era una desconocida y ella no le estaba haciendo daño, de haber un culpable acá, es su marido y no lo digo para justificar al contario, si no era ella, pudo haber sido cualquiera.
Cuál fue el problema entonces? Que en un momento dado se dió cuenta que era la otra, la segundona, el reemplazo, la que se quedaba esperando y la que se acomodaba a sus tiempos y no a los propios y francamente eso la (nos) hizo vomitar. Menos de un mes duró el idilio.
Muy distinto es cuando te enamoras (o crees estar enamorada) de un hombre que tiene una pierna depilada como dueña. Antes de que eso suceda, mejor te alejas rapidito. Y eso, porque pueden pasar dos cosas: la primera, es sufrir montones habiendo tanto hombre de donde elegir y la segunda es idem. Si resultó ser que el tipo se enamoró también de ti, pasarán meses antes de que se decida dejar todo atrás para quedarse contigo y mientras eso pase, en el proceso, él seguirá estando con su esposa, durmiendo con ella, teniendo sexo con ella, compartiendo el día a día y las rutinas, y tú estarás pasándote un montón de rollos y conformándote solo con esperar a que dé el paso definitivo y honestamente no lo vale.
Qué tiene de malo el cabro soltero, de bajo perfil, que lo da todo por ti, que quizás no es un bombom pero que te quiere?
Y qué pasa con el tipo soltero, que te quiere, que también amas, pero que tiene ciertas “cosas” que no te gustan? De igual modo, pensamos en cambiarlo. Y es que hay algo que no todas entendemos y las que sí, lo hacemos un poquitín tarde. No logramos darnos cuenta que el amor no es una fusión de dos personas (no hablo del acto físico) si no, de dos individuos amándose pero distintos, con necesidades, gustos, actitudes, reacciones diferentes y que el mito de la media naranja NO EXISTE. Si lo comprendiéramos, sabríamos a ciencia cierta como crecer, como alimentar una relación sin exigencias individualistas. Ver a la pareja como un complemento no como una fusión. Simplemente respetarse. Y para eso, hay mucho de donde elegir. Cambia el patrón de pasteles que tienes en tu lista, si no, no me sorprendería (por ejemplo) que visitaras la página de Conace buscando consejos o ayuda.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Si la montaña no viene a ti....

Una relación muere por distintos y muy variados motivos .  Científicamente, se dice que el enamoramiento es una etapa que dura alrededor de ocho meses, un estado emocional en que pensamos que nuestra pareja es quien siempre estuvimos esperando y en que las hormonas junto con neurotransmisores  y sustancias químicas, juegan un papel fundamental para ello. El  entusiasmo se acaba cuando surge alguna desilusión y nos damos cuenta de que lo que tenemos no es lo que esperábamos  y aunque nos cueste creer en  que el tema es de dos (siempre pensamos que hay un culpable que gatilla todo) es cierto.  Esto es la parte “científica”
El problema real, a mi parecer, son las expectativas que nos formamos nosotras y las mujeres somos tan enrolladas que nos las formamos por todo. Entonces al momento de los quiubo terminamos desencantadas.
Que revés!!
Necesitaba salir con alguien que me hiciera pensar, con quien llevar un ritmo de conversación adecuado a nuestros tiempos, actualidad nacional e internacional, quien entendiera mis términos, mis tallas, y no se impresionara con el doble sentido que le doy a las cosas, alguien que no tendría que explicar a qué me refería con determinadas frases,  con quien tener una conversación fluida con respeto de concepto e ideologías, soltero obvio,  y no un energúmeno  machista o ignorante que me habían tocado el último tiempo (andaba con un imán para atraer mediocres) . Y entonces, apareció el mijito más rico que he visto en mi vida. En realidad, es el mijito que vengo vitrineando hace mucho.  Tiene todo lo que buscaba, buena pinta, buen porte,  hermosa sonrisa, edad para disfrutar la vida y más…Lo del porte me parece fantástico (en metros digo), porque yo, acostumbrada a usar tacos, lo que más detesto es que un fulanito se vea más pequeño que yo,  y no por temor a verme ridícula, prefiero evitar la tortícolis cuando empecemos con los besos. Así que, con mis tacones incluidos, él sigue siendo más grande (sigo hablando en metros).
No sé en qué momento, fui dueña de la conversación, o el tipo estaba nervioso, o es tímido, ya que sólo se limitó a hacer preguntas de las cosas que iba narrando y no es que no le diera la oportunidad de hablar, al contrario, se esmeró eso sí, en hacerme sentir cómoda. Yo con mis chelas demás, no me dí cuenta de la hora y a pesar de estar ansiosa por salir luego del bar al que fuimos para estar más cómodo y solos, no atiné a decirlo. Totalmente out, ir a un lugar ruidoso, con música muy alta, con demasiada gente alrededor, menos un lugar donde es recurrente ver a mujeres en grupo y no es que no me gusten las salidas only girls, es solo que en masa, somos muy ruidosas a tal punto que estuve la tarde volteándome a mirar quien había dicho tal y cual cosa. Nervios? Tal vez, o quizás sólo distracción del momento. Lo que vino después fue un beso inesperado, rico pero fome, que me trajo recuerdos del primero que di, algo entre inexperiencia y ansiedad, de esos que quisieras ir mejorando dentro del mismo y pensado : Vamos, esto puede ser mejor! Al menos me contuve de decir: Así no se hace!
Aproveché de poner mi mano en su pecho, moviéndola a la espalda y cuello y la otra afirmando suavemente su cabeza, había esperado el momento, lo  había imaginado sin la parafernalia de la ropa, a solas, fue solo un beso y yo quería atarlo a la cama! Y aquí es donde las expectativas van cumpliendo su rol desfavorable. Pensé que por ser un tipo con más “experiencia” (aunque muy caballero, resalten la palabra muy) y bien evaluado por mis pares,  sería como aquellos que te calientan el agua y te toman de una…pero no. Me distraían tanto las risas de las mujeres y el beso reguleque,  que me aparté. Ya había tocado suficiente por encima de la ropa y no es lo que quería, no tengo 15 años!
Para hacer el cuento corto, no pasó nada! Y no me sirve ahora cuestionar el por qué no tomé la  iniciativa, si normalmente eso no me causa problemas.  El caso es que, estoy con la bala pasada, en esa típica etapa en que no quieres nada con nadie, salvo con el que se te escapó. Como cuando te enamoras, ojos para uno solo.  Así que, aguantándome las ganas, dejar pasar tiempo prudente, limarme las uñas y lista para volver al ataque!
Pero, antes de finalizar con esto, debo decir que, al momento de los quiubo, las oportunidades hay que aprovecharlas.

jueves, 23 de febrero de 2012

El ahorro de un dolor de cabeza

 Ahora, con toda la cuestión del festival de viña, y con sus artistas invitados (muy fomes) Me acordé de la  viejaza canción  “Culpable o no” de Luís Miguel
El  mexicano chupete de fierro que nos derritió cuando hizo las películas con Lucero y  que está horriblemente feo bla bla bla da lo mismo! El coro decía así:

“Miénteme como siempre,  por favor miénteme
Necesito creerte, convénceme
Miénteme con un beso que parezca de amor
Necesito quererte, culpable o no”


Ya había dicho antes que todas en algún momento de nuestra vida (unas más que otras), hemos fingido, hemos dicho que no cuando es sí, y dicho sí cuando es no. Mentimos como todos no más (a algunas se nos pasa la mano) o en su defecto adornamos la respuesta y hasta nos damos el lujo de culpar a otro, ya sea persona, sociedad, calidad de vida, educación, etc. Es parte de la psicología y actuar femenino que nadie (ni nosotras) podemos entender aún.
Cómo que no?
De pequeñas somos así. Acaso ninguna de ustedes en el colegio- por poner un ejemplo- cuando no querías prestar algo (sacapuntas, goma, lápices, tareas, etc.) daban como respuesta “no, mi mamá no me deja”, o para salir del paso “ella empezó señorita” (nunca entendí por qué se les decía señoritas si la verdad es que por paliza no lo eran). Con la edad es menos frecuente pero,  sigue siendo así.
Si te encuentras en la calle a la Pepita, quien fue tu competencia en la media (secundaria para los modernos) y ves que está regia la yegua y que le va la raja y que para colmo se acerca, como no quieres ser menos frente a la que en silencio era tu archienemiga, te muestras feliz y describes con lujo de detalle tu maravillosa vida, que obviamente no es tal: “si poh, me casé, el Juancho es un amor, preocupado, cariñoso, buen amante y fiel, que cómo nos llevamos? Uff de maravilla si me saqué el loto con mi gordito”
Y resulta que el cabro no te pesca cuando tienes ganas, se va de tomatera todos los fines de semanas con los amigotes, tiene un humor de la puta madre y pa colmo te puso el gorro a los meses de casados. Pero obvio que no lo decimos y distorsionamos un poco la realidad.
Otro ejemplo bastante común es cuando no queremos herir los “sentimientos” de nuestro macho (Sentimiento= ego masculino asociado a su virilidad o miembro viril con el cual tiene una relación sagrada y por ningún motivo debes hacerle saber con poco tino algo de él que no te agradó o enrostrarle que otro era mejor) y al preguntarnos (pa qué preguntan, no entiendo!) “quién es mejor en la cama tu ex o yo” . La pregunta de por sí ya es desatinada y muestra inseguridad, pero solemos con la rapidez de un rayo, levantar su moral. “Como estuvo?” es otra típica pregunta, y aunque no hayas sentido ni por una milésima de segundo un cosquilleo parecido a orgasmo, le dices “maravilloso” si poh si el cabro ya llegó al clímax y tú no, y sabes que una de sus “metas” fundamentales es  darte placer, finges. Sería ideal que nada de eso fuera necesario, pero pa que tapar el sol con un dedo? se sigue haciendo y es una lástima.

Entonces cuando por alguna razón somos infieles (no todas) o nuestra pareja dude, no nos queda más remedio que mentir, seamos culpable de un engaño con todas sus letras o un simple filtreo virtual, siempre cuidamos lo que tenemos seguro hasta que tenemos lo que queremos.


Mentimos y fingimos por una cuestión de sobrevivencia, para no ser el hazme reír ni comidilla de otros, para aparentar, para no tener un problema mayor o ahorrarte el mal rato, o quizás para hacernos creer a nosotras mismas que todo está bien cuando no lo está y al final de cuentas ganamos nada. 

martes, 25 de octubre de 2011

El que esté libre de pecado...

Una vez estuve enamorada. Enamorada a tal punto que sentía las típicas cosquillas en la panza, esas raras mariposas de las que muchos hablan, aquellos escalofríos que te recorren el cuerpo (o como quieran llamar a la extraña sensación), que no me importaba nada más que él, dejando así, de lado a amigas, familia, panoramas y las cosas que me gustaba hacer, porque para mí, el tiempo juntos se convirtió en invaluable. Adoraba las caminatas por las tardes tomados de la mano, las conversaciones triviales, la seguridad que sentía al estar acompañada de quien amaba y una montonera de etc, porque ya saben, cuando una se enamora, se llena de expectativas y empiezas a soñar hasta con la posibilidad del matrimonio feliz, una casa y obvio que los hijos para completar el nido. El cuento de hadas… Debemos reconocer que en la etapa pre-escolar ya soñamos con el imaginario principe azúl.
Hasta ahí todo bien, pensé obviamente que era correspondida, y en cierta medida lo era, salvo que compartía ese cariño con otra.
Cómo me di cuenta de eso? Las señales fueron bastante claras: Comenzó a hablar por celular lejos de mí, salía con los “amigos” todos los fines de semana, sus viajes fuera de la ciudad eran recurrentes, el tiempo juntos ya no era el mismo ni tampoco las cosas que hacíamos. Pregunté varias veces si “algo” pasaba, pero la respuesta siempre fue la misma: Nada.
La distancia entre ambos iba creciendo conforme pasaba el tiempo y aún así no quería darme cuenta ni admitir que la relación  estaba muriendo o quizás ya había muerto hace rato.
Pero el asunto fue mucho más fácil, me convencí cien por ciento y sin lugar a dudas, cuando una tarde cualquiera (mentira, una tarde de día lunes, invierno, a eso de las 17:30hrs) abrazado a otra, lo vi en una estación de metro (Ñuble).
Se han fijado cuando dicen, como para dramatizar una historia: “el corazón me dio un vuelco?, No quiero ser melodramática ni que este relato parezca cebollero, pero sí, el corazón me dio un vuelco.
Me bloqueé y no hice absolutamente nada (gracias a Dios, Alá, Yavé, la pacha mama, Odin, el universo y todos los caballeros del zodíaco)
Pude haberlo encarado frente a ella, pude haber gritado, cacheteado, soltar decenas de garabatos que  merecía, preguntar por qué, cómo, desde cuándo, etc.,  pero no lo hice. Él me vio, y yo esperé estoica a que se despidiera. Cuando por fin ella tomó su tren, me acerqué (habría sido demasiado si me pongo a patalear como loca)
Demás está decir que la relación termino esa misma tarde, aunque rogué, sí rogué, pedí por favor que nos diéramos la oportunidad, que lo amaba, que no veía la vida sin él etc. El colmo de patética, arrastrada, indigna (les suena familiar?).

Como es característico en una “enamorada”, lloré hasta el cansancio (frase ultra utilizada pero en este caso muy cierta), y por más cansada que estuviera, por las noches despertaba a sobresaltos y no volvía a dormir, no tenía hambre alguna por lo que bajé de peso en forma muy rápida (las penas de amor son la mejor dieta), perdí mi autoestima sintiéndome como un consomé de pana, no me motivaba absolutamente nada ni me maquillaba, bañarme para qué? hasta lavarme los dientes era un esfuerzo que yo creía innecesario. Fue en ese momento que logré entender La metamorfosis, la estaba viviendo, no era yo, y al verme tan emocionalmente desequilibrada, me mandaron de una al psiquiatra.

Me humille a mí misma al dejarme pisotear y al pedir una oportunidad. Cómo podía guardar aún después de todo la esperanza de volver?
Vaya uno a saber por qué razones algunas integrantes del gremio femenino hacen oídos sordos a los consejos a veces muy acertados de sus pares, incluso por encima de sí mismas. Yo que siempre he sido bastante razonable, caí en eso, y el resultado fue denigrante. Es más, ahora que recuerdo el episodio, me siento una soberana huevona (es lo mínimo que diré). 
Cuál era el miedo? Quedarme sola? No encontrar a alguien en un futuro? Haber perdido al “amor de mi vida”?
Acaso se habían acabado los hombres carajo???
Empecé a seguirlo, a anotar sus horarios para encontrarme con él de “casualidad”, revisaba perfiles y mails (aunque ese es otro cuento) y como su madre me adoraba, me aproveché de eso para saber en qué estaba, lo que hacía, quienes eran sus nuevos amigos y si seguía con “esa”.
Psi-có-pa-ta!
Y mientras, para paliar el insomnio, la psiquiatra me había dado medicamentos para dormir y otro que me hacía sudar como ardilla en rueda, me daba plancha alzar los brazos porque goteaba sudor.
Los dejé a los tres días.
El único consejo que seguí al pie de la letra (después de volver un poco a la cordura), fue andar siempre como portada de revista: bella.
Lamentablemente (o afortunadamente) no podemos hacer nada para dejar de querer de la noche a la mañana y menos que nos quieran y el peor error en que solemos caer, aunque sea una vez en la vida, es dejarnos de lado por completo. Algo que a estas alturas me es difícil de entender. De los errores se aprende...
Ah y fijo que empiezas a evaluar la situación, a pensar que tuviste la culpa por ser tan celosa, quizás preocupada demás, o que no cambiaste aquello que él te pidió, o por no hacer o decir lo “correcto” y te responsabilizas de que fulano corriera a los placeres que otra le daría a brazos abiertos (bueno, no solo eso).  No. No es tu culpa que un hombre no sea tal y se mande mariconadas que terminen afectando lo que eres.

Por otro lado, la liga de la justicia (mis amigas) me daban ánimos diciendo cosas como: Déjalo después se va a arrepentir, hay más peces en el mar, tomémonos algo para pasar las penas, olvídate de ese perro sarnoso hdp que no vale lágrima que derramas, etc. Ni una de todas me dijo en ese entonces, que el principal motivo por el cual debía hacer borrón y cuenta nueva, era yo. No solo porque soy increíblemente valiosa, hermosa, inteligente, digna, merecedora de lo mejor, etc. Si no, porque estaba siendo ridícula, espantosamente patética y con eso lo único que conseguía era dar lástima y obviamente alejar a todo el mundo. No me dijeron: “déjate de hueviar, estay haciendo el loco”. Juro que con eso habría sido suficiente, pero nooooooooo dejaron que botara mi pena de la peor forma posible (aunque quizás era necesario que así fuera) convirtiéndome en un bicho aislado al igual que Greogorio Samsa.
                                                                                       
Desde esa relación, me juré a mi misma jamás de los jamases olvidarme de lo importante: Yo. Y por ningún motivo dejar que una amiga pase por lo mismo, aún a riesgo de que me quiten el habla. Primero una, después el resto. Si no te amas tú, difícilmente alguien lo hará. Tanto llegué a pensar en eso (es 100% cierto), que increíblemente se dieron vuelta los papeles. No es algo que ahora me importe, en realidad ni siquiera lo busqué, simplemente si te das el valor que corresponde, te apreciarán según ese valor.

No hay que olvidar que tú misma haces tu vida, tú la manejas, de ti depende ser felíz o no, tú eres quien vale, así que no hagas el ridículo. Siempre digna! 
Como dice mi personita de tres años, todo es cuestión de actitud.

martes, 13 de septiembre de 2011

Esos sabios consejos de madre

A raíz de una trivial charla, de esas que te hacen reír a carcajadas pero que te conducen a nada, vino a mi memoria una tibia escena guardada en esos rincones de la memoria, de las veces que en calidad de consejera (o en su afán por molestar) mi madre con insistencia casi burlesca me decía: “Cámbiate calzones todos los días, no te vayan a pillar con uno sucio”, “Cámbiate calzones y así evitarás vergüenzas” , “Cámbiate calzones que es importante hacerlo”,“cámbiate, cámbiate, cámbiate”
Aclaro que estaba demás la recomendación y aún así me quedó absolutamente grabado. Pienso que eso era muy típico de las madres de nuestra generación, algo metiches quizás, pero sin embargo bastante certeras en sus dictámenes, incluso en cosas tan prolijas  como ropa interior limpia. Quizás por ello, conforme pasa el tiempo, voy eligiendo esas prendas con  mucho más cuidado, como si estuviera siempre lista para una gran noche.
Seguí cavilando en base a lo mismo...
Muchos hablan de que la sociedad es machista, que las mujeres vivimos preocupadas de detalles innecesarios, que el envase es lo de menos  y  lo realmente importante es lo que va por dentro (de acuerdo, hay algo de cierto en eso) y aún así, me daba vueltas, sobre todo el descuido que tienen de sí misma aquellas que ya “han conseguido lo que quieren”: Un marido. Según sus palabras, hay otras responsabilidades, otros asuntos que atender, otras actividades que las mantienen ocupadas en cosas que una soltera “no entendería”. En ese instante me acordé de lo cierto del festín que hizo Coco Legrand en Viña con el sexo femenino y de  la conclusión que nos dio su show: Que las mujeres nos preocupamos de nosotras solo para determinadas fechas.
Y es cierto, yo que soy tan poco dada al maquillaje y a los costos que genera darte una manito de gato en algún centro de belleza, peluquerías o derivados, me vi a mi misma (y gracias a la cámara de mi amiga) sentada con los ojos cerrados y confiando en el resto de los sentidos, con un adhesivo pegado en las pestañas durante una hora para obtener una ondulación que duraría unas cuantas semanas. Y no solo eso, ridiculizada frente al espejo con unos parches pegados en las cejas para darles forma y fijarlas. Todo, para ir a un matrimonio (uno importante hay que decirlo).
El resultado fue bueno, me sentí más bella de lo que soy, quizás más segura de mi misma y confiada, satisfecha, incluso más coqueta. Raro pero cierto. Y aquí las palabras de mi madre cobran el sentido que hasta ahora veía oculto. Cambiarse calzones no es otra cosa que decir: No te descuides.
No digo que debemos invertir una montonera de dinero en cosas tan superficiales como la apariencia, ni volvernos tan  locas como para cirugías o para andar a diario con pestañas postizas, rellenos en los sostenes, extensiones de pelo, taco alto todo el día (según nosotras para estilizar piernas), maquillaje perfecto, tenida de fiesta y tantas otras cosas. No. Digo que es muy cierto que lo natural es bello, pero no es agradable que levantes el brazo para tomar algo y ver una maraña de pelos con el cual te podrías tejer un suéter. Tampoco es grato ver el esmalte de uña gastado, los “cañones” asomándose por el área del bigote, cejas y bikini. Y peor,  andar por la vida con un aire conformista porque ya estás casada y con eso creer que se ha logrado todo. No pué, si de la misma forma que a las mujeres nos encanta presentar y lucir a un individuo frente a las amigas, ya sea como pareja, pololo, novio o marido (quizás por el miedo al qué dirán de tu soltería, y esas “cosas de minas”), a ellos también les gusta un poquitin de preocupación de nuestra parte, un eterno pololeo como dicen las abuelas. Mejor aún, hacerlo por nosotras mismas más que por complacer a otros. Es cuidarse un poco más.

Sé que no va a faltar quien diga que es un tanto machista todo esto, además que pareciera estar de moda andar por la vida oponiéndose a todo concepto o idea estética porque de plano va contra lo natural. Respetable pensamiento pero la verdad, no lo comparto, porque la cosa es bien simple:

Hay que cambiarse los calzones.

martes, 16 de agosto de 2011

El tiempo dirá...

Si cierras los ojos y descubres que en el fondo de tu ser aquello aún está ahí…
Si miras dentro de ti y bajo toda esa fortaleza que has demostrado conforme pasa el tiempo, notas que todavía quedan lágrimas por derramar y sigues esforzándote para  continuar la vida, con la entereza que caracteriza a quienes ven el fracaso como parte del éxito…
Si al ver tu imagen reflejada en el espejo, entiendes que el tiempo no ha pasado en vano y a pesar de tus emociones contenidas, te aseguras con convicción que todo tiene una razón de ser…
Si canalizas tu energía para sonreír, esperando una respuesta que quizás nunca llegue…
Si las duras lecciones de la vida te han llevado a sentir empatía  por quienes viven día a día con el dolor de una pérdida, de un adiós, de un error…
Si sientes que tras cerrar  el capítulo, las heridas aún no han sanado del todo y sigues viviendo, luchando, mejorando y dando todo de ti misma para hacerlo bien…
Si algunas noches has sido presa de amargos desvelos…
Si en el camino para reparar tu alma, te has descuidado, desvalorizado…
Si renunciaste a lo que ya no está y tomaste la decisión de dejar de mirar el pasado, de vivir en él y te has llenado de coraje para hacerlo pero aún hay algo que falta…
Si una vez más ha llegado la hora de juntar los pedazos de tu corazón destrozado…
Si te has sentido sola, defraudada, a oscuras…
Si te algunas noches cuando todo calla, te sientes perdida…
Si has tocado fondo…

Debes saber que a veces la vida suele sorprendernos de formas tan inesperadas que no sabemos como reaccionar, como seguir el camino, no sabemos qué hacer o como avanzar y se agotan las fuerzas. Pero necesitas darte la oportunidad, el permiso de llorar. No existe atajo alguno para superar las experiencias que no nos agradan, por eso, no reprimas lo que duele, no lo guardes ni detengas las lágrimas que braman por salir. No le tengas miedo a tus emociones y no las esquives.
Nadie nos enseña a manejar  la frustración de un amor fracasado, el dolor de una vida perdida, nadie nos dice qué hacer frente a las cosas que no podemos cambiar. Así que llora.  Transforma tu pena pero no la detengas. Llora hasta sentir que quedas seca que no te quedan lágrimas  y cuando hayas botado esa tristeza, deja atrás las preguntas, deja atrás lo que hiere, recupera la garra, busca los valores que te mantienen en pie y has que la vida funcione. Puedes. Te lo debes a ti misma, a quienes están contigo, a quienes estarán.
Quedan muchas cosas por hacer aún, no te paralices y vive.

Es cierto. Todo lo que vivimos deja huella, quizás cicatrices. Sin embargo,  para bien o para mal, tienes el poder de cambiar  el rumbo. Despierta tu conciencia y créelo. Somos protagonistas de nuestra historia y también las encargadas de escribir el guión.
Extiende los brazos y  respira profundo. Te darás cuenta que todo pasa, es cosa de tiempo y esto también pasará.
No olvides que eres importante. Eres parte de algo grande. Y nosotras hacemos de la vida una constante crónica porque realmente (y nos lo hemos ganado a pulso) Somos el sexo fuerte.
                              

viernes, 12 de agosto de 2011

Adidas, nike? No lo recuerdo, pero Imposible is Nothing

La vida toma rumbo distinto al que espero...
Tuvieron o tienen un amor platónico?
De esos que los ves y te roban el aliento, imaginando todo tipo de cosas mamonas y otras bastante subidas de tono? 
Desde hace varios años que existe alguien con el que me paso todo tipo de rollos, lo veo pasar y es suspiro seguro. Un buenito del alma, caballero, inteligente.  Habla y me tirita todo tan solo pensar que me equivocaré en la respuesta. Un Lapsus línguae como diría el profe campusano. Con él, trato de elegir las palabras adecuadas, casi en un discurso monótono para no caer en el nerviosismo que me provoca verlo. Antes lo evadía, mirándolo desde lejos porque claro, el riesgo emocional que significa meter la pata frente al tipo que te gusta, es para renunciar a la pelea. Y a mí los nervios me juegan en contra (ya les dije antes que soy poco atinada). En serio, apenas él da luces, es para decir cosiiiiita o como una muy buena amiga mía y sus frases salidas de  protocolo: “CTM el mijito rico”. Como yo soy educadita (o quizás weoncita) no expreso tan espontáneamente como un hombre me sube la libido, a menos que estemos en la faena amatoria. Pero cuando te abraza- por el motivo que sea- (generalmente es solo un saludo cariñoso) con el corazón a mil quieres detener el tiempo para seguir sintiendo su cuerpo junto al tuyo esperando una conexión más profunda (en todo sentido de la palabra).  
Nunca falta la ocasión en que nos pasamos el rollo de que el tipo milagrosamente se está enganchando y encontramos claves encubiertas en cualquier cosa que dice o hace empezando a descifrar gestos y ademanes, estudiando el lenguaje corporal del sujeto, previendo con ello, conjugaciones que por lo general no existen y soñando con el día en que tendremos su compañía en la cama.
Las mujeres somos así. En mi caso, muy en el fondo soy romántica. Sigo recordando por ejemplo una puesta de sol en la playa, bailando un lento, dormir pegada a quien amé, compartir cosas triviales, detalles mamones como caminar de la mano en un parque, soñar con el futuro, escucharlo hablar  de lo que le gusta, de sus proyectos, etc. Y la verdad es que soy tan contraria a la regla que hay algunos que piensan que mi “frialdad” o sarcasmo, no se me quitan con nada. Pues bien, aclaro que por muy cabrona que sea una mujer, siempre (y digo siempre), disfruta de un poco de romance. Porque es cierto, nos gusta divertirnos un poco (o mucho) y aunque lo neguemos de rodillas, todas tenemos un semental al que convertimos en príncipe azul (Y sabemos que no existe).
Por eso, confieso que él me quita el sueño.  En un momento dejé pasar la oportunidad por negarme a creer que era real.  Ni pensar siquiera en tener algo con el individuo, chasconearlo un poquito. Tampoco es llegar y tomar la iniciativa como es costumbre en algunas de nosotras con ciertos ejemplares del sexo opuesto (gracias liberación femenina!), muy califas podemos ser, pero seguimos creyéndonos o haciéndoles creer que somos señoritas (de día), no ven que ellos las prefieren mosquitas muertas. Claro, si tú te adelantas, después te dan apelativos como jote, caliente, promiscua, casquibana, puta, cagá de la cabeza o lo que se les ocurra a esa mente básica que tienen determinados machos. Con eso memorizado,  algunas nos vamos tranquilitas por las piedras, total, tiempo tenemos y seguridad nos sobra.  Además nada se pierde con probar. Y funciona.
En serio, no perdemos nada con tantear el terreno, lanzar indirectas quizás entre bromas con un golpecito pequeño en la espalda o una agarradita de brazo, sacarle la pelusita que justo la tiene en el pecho (en el cuello si es que tenemos más suerte), utilizar esas cosas tan re viejas e inocentes (pero efectivas) y  así ver que tan recíproco es el asunto, si se puede llegar a primera base o de plano olvidarnos por completo de hacerle los puntos al espécimen soñado.
Ahora bien, no hay que ser tan cara de palo y decir todo por su nombre, no, mensaje subliminal es más recomendable. Si el chiquillo tiene las neuronas bien puestas, captará el mensaje y se podrán sacar  conclusiones.
Lo que sí quiero dejar en claro, es que nada es imposible, nada es tan inalcanzable para frustrarnos antes de intentarlo o para postergar lo que queremos, nada ni nadie puede decirnos qué hacer y que no, y mucho menos, que no somos capaces de lograrlo. Lo que sea que te propongas, puede resultar siempre y cuando estés convencido que se está dando lo mejor de si mismo en cualquier ámbito que se pueda imaginar, eso,  siempre y cuando no ponga en peligro tu vida, tu dignidad o la de alguien más. Suena a psicología barata pero es absolutamente cierto.
Créanlo. Y para que lo sepan, lo platónico, sea un amor o algo más, está más cerca de lo que esperan, si no, pregúntenme, estoy casi que lo alcanzo.