Nosotras, gremio femenino, con la madurez que
nos caracteriza (sí, a veces gracias) hemos aprendido a admitir que somos
difíciles de entender, de complacer,
maníacas, bipolares, a decir que queremos algo en específico y terminar con
hacer todo lo contrario, etc. y con ello, también aprendimos a aceptar las
constantes bromas que nos hacen. Es
cierto de esa tendencia que tenemos de decir que preferimos a un hombre con un
sinfín de cualidades, que sepa escuchar, honesto, que nos entienda, que sea
atento, que nos llame seguido, que le gusten los niños, además de que sea
guapito y una lista interminable de cosas “buenitas”. Alguien que a los ojos de toda mamá, sea “políticamente
correcto”. Pero por alguna “extraña razón” nos interesan más los pasteles. Esos
minos alocados que andan con una y otra, que no sientan cabeza, el soltero
codiciado, el bueno para el carrete, el que no nos pesca, el que creemos que
nosotras mágicamente podemos cambiar y hasta el casado!. Es realmente ridículo,
por decirlo de algún modo, siquiera pensar que un tipo X que sea adicto a las drogas (por ejemplo) dejará el vicio de
la noche a la mañana porque apareciste tú en su vida o que le sea fácil dejar a
su esposa e hijos porque se dio cuenta que “no funcionaba” y la nueva elegida
obviamnte eres tú. O peor, pensamos que podemos “convertir” a un hombre ultra
mino pero que es un gay declarado. No. Los procesos son más largos y más
dolorosos de lo que pensamos y lamentablemente tenemos una tendencia casi
destructiva de seguir un patrón nada favorable para nosotras.
Por qué lo hacemos? Hay muchas respuestas
psicológicas para ello, pero no daré la lata porque no soy experta y no diré
que la raíz se centra en una falta de amor en tu infancia o la falta de apoyo
emocional o una extraña patología que guarda tu subconsciente o alguna cuestión
freudiana. Más bien, veámoslo de un punto de vista más generalizado: Nos
encantan los desafíos, nos gusta ser winner, levantamos el mino por una cuestión
de egos y poder, aún creemos en cuentos de hadas (me incluyo), imaginamos que
somos Campanita y que nuestra vagina tiene fluidos con polvos mágicos y que
podremos retener o convertir a quien se nos plazca,etc.
Hay que aterrizar por varias razones y la principal, es prevenir
un dolor innecesario. Y como siempre lo he hecho, lo digo por experiencia, mías
y otras muy cercanas.
Sí, también tengo amigas que han estado con un hombre casado. Mal enfoque de
prioridades?, La pilló volando bajo?, Una una maldita destructora de hogares? La
conciencia la hizo pebre? Ninguna de las anteriores.
Se han fijado que a los hombres les sorprende
nuestra ambigüedad frente a cosas tan simples? Lo realmente sorprendente es que
algunos de ellos se asombren aún de que una mujer busque sexo solo por placer y
no con amor. Eso es cuento viejo.
Mal enfoque de prioridades? No. Simplemente
era pasarlo bien sin ningún tipo de ataduras, como amigo con ventaja o touch
and go.
La pilló volando bajo? No justificaría un acto
culpando a un estado anímico.
Una maldita destructora de hogares? No.
La conciencia la hizo pebre? No. No tiene ni
tuvo ningún contacto con ella, no la conocía, no le unía nada, ni afectos, ni amistad,
era una desconocida y ella no le estaba haciendo daño, de haber un culpable
acá, es su marido y no lo digo para justificar al contario, si no era ella,
pudo haber sido cualquiera.
Cuál fue el problema entonces? Que en un
momento dado se dió cuenta que era la otra, la segundona, el reemplazo, la que
se quedaba esperando y la que se acomodaba a sus tiempos y no a los propios y
francamente eso la (nos) hizo vomitar. Menos de un mes duró el idilio.
Muy distinto es cuando te enamoras (o crees
estar enamorada) de un hombre que tiene una pierna depilada como dueña. Antes
de que eso suceda, mejor te alejas rapidito. Y eso, porque pueden pasar dos
cosas: la primera, es sufrir montones habiendo tanto hombre de donde elegir y
la segunda es idem. Si resultó ser que el tipo se enamoró también de ti,
pasarán meses antes de que se decida dejar todo atrás para quedarse contigo y
mientras eso pase, en el proceso, él seguirá estando con su esposa, durmiendo
con ella, teniendo sexo con ella, compartiendo el día a día y las rutinas, y tú
estarás pasándote un montón de rollos y conformándote solo con esperar a que dé
el paso definitivo y honestamente no lo vale.
Qué tiene de malo el cabro soltero, de bajo
perfil, que lo da todo por ti, que quizás no es un bombom pero que te quiere?
Y qué pasa con el tipo soltero, que te quiere,
que también amas, pero que tiene ciertas “cosas” que no te gustan? De igual
modo, pensamos en cambiarlo. Y es que hay algo que no todas entendemos y las
que sí, lo hacemos un poquitín tarde. No logramos darnos cuenta que el amor no
es una fusión de dos personas (no hablo del acto físico) si no, de dos
individuos amándose pero distintos, con necesidades, gustos, actitudes,
reacciones diferentes y que el mito de la media naranja NO EXISTE. Si lo comprendiéramos,
sabríamos a ciencia cierta como crecer, como alimentar una relación sin
exigencias individualistas. Ver a la pareja como un complemento no como una
fusión. Simplemente respetarse. Y para eso, hay mucho de donde elegir. Cambia
el patrón de pasteles que tienes en tu lista, si no, no me sorprendería (por
ejemplo) que visitaras la página de Conace buscando consejos o ayuda.