lunes, 13 de junio de 2011

Cuál bruja?

Hace unos días, caminando por ahí de la manito con un galán (ejaleeeee) paveando como es costumbre en mí (sí gracias lo admito, vivo en otro planeta la mayor parte del tiempo), nos encontramos con la típica escena de amor y odio de una pareja de chiquillos que bordeaban los 16 años. A mí, que me gusta reír de ese tipo de cosas, le pedí a mi bello acompañante, que parásemos un rato para observar la situación.
Ella, de brazos cruzados, con su mejor cara de actriz  de teleserie cebollera, moquillenta a más no poder, le criticaba a él, niñito con cara de ave (ganso, pavo, pollo) que se deshacía  en explicaciones y con serio problema de lenguaje (nervios quizás porque tartamudeaba el pobre), que una vez más se había olvidado de una fecha importantísima de su relación.

Ella: Hoy es nuestro cumplemes. La vez pasada igual te olvidaste. No sé por qué tengo que recordártelo, acaso no soy importante para ti?
Él: Lo que pasa es que, es que, tuve que estudiar para esa prueba, la de estadística, se me pasó el tiempo.
Ella: Claro, se te pasó, tanto que ni siquiera me llamaste. La verdad es esa, no te importo!
Y camina en pos de terminar la discusión dejando al cabro perplejo y viendo como se alejaba. Reacciona y la alcanza.

Yo seguí en lo mío (que rico) pero me quedó dando vueltas el tema.  Y es que hay mujeres, en la edad que sea, que disfrutan el papel de víctimas, que cuando se trata de dar lástima, de hacer sentir culpable, son expertas. No me pondré a analizar a esta pareja que para mi gusto es bastante pequeña, pero lo cierto es que se da en todas las edades. Es decir,  lo mismo hace una mujer más madurita (de chicas que somos medio locas).
Se critica bastante la amnesia varonil, ya sea por el cumpleaños, aniversario de pololeo, de matricidio, reuniones, fiestas, etc.  Nos preguntamos por qué olvidan todo.  Nos fijamos en cosas mínimas considerándolas un error de proporciones gigantescas. Solemos llenarlos de preguntas y cuestionamientos a veces absurdos y como por naturaleza tenemos una agenda en el cerebro (las fechas son nuestra especialidad), no entendemos que ellos no recuerden cosas que a nuestro parecer (sí, solo al nuestro) son de incalculable valor. Y la verdad es que es una manera un poco enferma de enfrentar una relación, porque para más remate, nos quedamos sin sexo. Y no porque el chiquillo no quiera, simplemente porque nosotras no pasamos por alto la afrenta y  los rechazamos como si fueran residuo tóxico (ese tema da para largo). Lo peor, es que creemos que vamos por la senda correcta al “validar” nuestras emociones frente al individuo y lo que hacemos en realidad es perjudicarnos y pasar gratuitamente un mal rato comportándonos como obsesivas.
 Por eso, si tus expectativas son muy altas y esperas un comportamiento especial, que se arrodille a tus pies obsequio en mano, que te lleve una serenata, a cenar a la luz de las velas, a un picnic bajo la luna o que le achunte al regalo ideal, déjame decir que vas por mal camino. Por qué?  Porque ellos no monitorean fecha alguna, gustos, ni nombres y menos son adivinos. Si usted quiere algo, no espere que le lea el pensamiento, dígaselo, jamás lo sabrá si no le dan luces de ello. Está bien que tenga bolitas, pero no son mágicas. Si él dice lo olvidé, es solo eso, lo olvidó (haaaay si son como niños). Eso no significa que no la quiera, que no le importe y menos que tenga que pasar por una seguidilla de recriminaciones, desde el día que se conocieron hasta el presente, porque para eso sí que somos mandadas a hacer, nos acordamos hasta de la pelea de hace 5 años atrás:
 “Te despreocupas de mí. Es lo mismo que pasó hace tiempo. En abril, era día viernes, a las 7 de la tarde, estaba la Pepa y la Mary, habíamos comido recién un pie de limón en la once, que compraste en la panadería de Alameda con el Carlos. Tenías puesto jeans y el jersey  rayadito que te hice dos inviernos antes, el de lana natural que trajimos  de esa feria Artesanal en Conce, cuando fuimos de vacaciones con la familia del Tito, el Tito poh, el ex de tu hermana, pero si los presentó la Pepa en la fiesta  a beneficio de ese cabrito chico que tenía labio leporino. En la tele estaban dando Mekano y empezaste a bailar, acuérdate que me fui corriendo al baño porque me entró una basurita en el ojo y no la podía sacar, me fuiste a buscar colirio por la irritación, me pusiste dos gotitas, pero te equivocaste y me echaste Viadil. Estuve dos semanas con infección. Cómo no te vas a acordar?”

En casos así, tienen todo el derecho de llamarnos, provocadoras, histéricas, brujas, depresivas, bipolares, lunáticas, locas y un interminable etc.

Ahora, distinto es si quiere obtener algo a cambio y se aprovecha la situación para desvanecerse en llanto y conseguirlo. Y se puede, porque de tanta cosa que le dice al pobre fulano y como por lo general lo pilla volando bajo, sin  tiempo de defender postura alguna ni de pensar con claridad (no lo dejamos hablar), no le queda más remedio que aceptar sus recriminaciones, sentirse culpable por ocasionar tamaño dolor a una inocente mujer y por ende intentará recompensar el “sufrimiento”, porque con esa actitud de damisela herida, se puede asegurar mínimo, un regalito caro (bendita culpa).
Pero, si queremos tener superioridad de géneros, perdón, igualdad, es mejor que empecemos a comportarnos como personas normales y dejar de buscarle la quinta pata al gato con cosas que no tienen sentido. Pa-cien-cia. Si el hombre en cuestión (el que la quiere y le calienta las patitas por las noches) se disculpó, sepa que es honesto, sí créalo, es honesto, así que guárdese su paranoia, porque nadie soporta escándalos ni  una cara de lástima, al menos no por mucho tiempo. Y si quiere quedar sola y reemplazar a su macho por un juguetito, entonces siga así, que en cualquier momento fijo que lo logra.

sábado, 4 de junio de 2011

A evaluar

Si se siente identificado (a) lo mejor es corregir las costumbres y sobretodo, ríase, esto no es en su contra.

Fútbol.
Los amigos juegan la típica pichanga un sábado por la tarde. El equipo que pierde compra chelas y puchos. La carne la pagan entre todos. Ninguno quiere ponerse de arquero porque  cada uno de ellos se cree un pichichi, un crack,  un goleador. Con el sueño frustrado de sacarse la camiseta al celebrar un tanto y mostrar un mensaje para alguna mujer (mamá, amiga, polola, esposa, dudo que para la suegra) o quizás a un hijo/a,  bajo el aplauso del público de un estadio europeo.
Todos se pelean por no estar en la portería. No hay más remedio democrático que tirarlo al cachipun.

Empieza  el partido. Las faltas por empujones, manotazos, puntapiés, tirones, zancadillas, adelantos, se cobran limpiamente con garabato de por medio  porque no hay árbitro. Las lesiones por sacada de chucha son heridas de guerra y si los ánimos se sulfuran, queda todo dentro de la cancha. Juegan sin tiempo, da lo mismo cuanto se demoren porque el partido finaliza cuando uno de los equipos anota diez o quince goles, quizás a los veinte si es que llegan a empatar en la mitad (no ven que se entusiasman estos cabros con la pelotita). Cuando ha pasado su rato prudente, no falta la polola “buena onda” que llega “sorpresivamente” para hacerle barra a  su peor es ná (casi siempre con una amiga): “Vamos mi amorcito, tóquela, no sea comilón” y en el peor de los casos, gritando eufórica con pompones de papel de diario: “camión, camión, camión, venimos de Puerto Montt a ver a nuestro equipo que va salir campeón”, “cucharas, cuchillos, ánimo chiquillos” con coreografías al más puro estilo cheerleaders. Lo cierto es que, lejos de sentirse apoyado, es una molestia, y los jugadores, ya saben cuál de todos es el macabeo que se va directo a la casa. Chao cervezas, cigarros, asado. Chao pasarla bien con los amigos rememorando los goles. A cambio, tendrá sexo.
Así no mah es la cosa.
Entienda esto: No sea desagradable. Y a menos que se lo pida, no se vaya a meter a la pichanga. El cabro está con amigos, A-MI-GOS.
Y el asunto no termina ahí. Acaso creen que el resto de los futbolistas se salva de pasarlo mal?  Sí?
Se equivocan.
Los chiquillos siguen de lo mejor su carrete de machos peludos, hediondos y sudorosos (obvio que no van antes a darse su duchita). Están cerveza en mano, chuteadores puestos, pelando al macabeo, a la inoportuna de su polola y creyéndose súper niños por hacer lo que les da la gana. Aunque sospechan  que la pareja está con flor de berrinche porque el lindo no ha llegado y no se ha dignado a llamar.
Entiendan que está preocupada por su seguridad: Y si le ocurrió algo?.
Y también se pasa rollos: Y si tiene otra?
Y la cabra empieza a  tener cambios que van de la rabia a la angustia. Porque para colmo el weoncito no contesta el teléfono!. No es tonto. Si lo contesta es escándalo seguro y los amigos lo agarrarán para el webeo diciendo: otro macabeo más. Si no lo contesta, escándalo igual, pero lo tendrá a puerta cerrada. Mejor dejar que el celular suene o de frentón lo apaga. Y ahí es cuando las mujeres (unas más que otras) hervimos de rabia  y  afloran todo tipo de ideas vengativas. Luego se recapacita pero la imaginación vuela por  hospitales o acompañando al susodicho a rehabilitación porque el accidente fue grave. En milésimas de segundos después, lo imaginamos con la tipa que quedó mirando en la calle…debe estar con ella… y de nuevo nos  invade la rabia. Y así nos llevamos por horas durante la espera hasta que el cabro llega. Resultado: (alivio por verlo bien) Recriminaciones varias, una que otra lagrima,  explicaciones, reproches  de situaciones antiguas, etc. No. No hay sexo.
Por qué en ningún momento se piensa “ah, El Mauro  va a llegar tarde. Siempre se demora  cuando va a jugar. Lo bueno es que se distrae, elimina todo el estrés de la semana, lo pasa bien.  Y quién no, con esa manada de buenos pal webeo, mejor me acuesto a ver una película o armo un panorama con las brujas”. Y santo remedio!!! Para qué martirizarse y crearnos un mal rato?  (Pero nooooooooo a nosotras nos gusta andar haciendo el papel de histéricas).

Nos falta el soltero del grupito.
Sin esposa, polola, pareja o  conviviente (una siempre se pregunta con un dejo de lástima, por qué no tiene. Y no por cariño- por alguna razón desconocida- lo nombramos con diminutivos: Pepito, Juanito, Julito, Andresito), trata a todos de macabeos, que no tienen los pantalones puestos, que en  casa manda calzón, molestándolos con el típico argumento que es mejor estar solo, para no ser mandoneado y hacer lo que se le de la gana, que nadie les hincha las pelotas, que solito es autosuficiente, etcétera (pero  la mamita le lava y plancha la ropa). En  realidad, como dice una sabia amiga: Se van los amigos, se acaba el copete, la comida, el carrete  y el hombre está absolutamente solo, esperando compañía en el próximo partido o deporte que le guste y buscando panoramas como desesperado. Los reconocemos por su frase típica (que la dice a cuanta persona le habla en el msn, my space, faceboock, twitter, etc.): Y? cuando un roncito (chelas, piscola o lo que sea)?. Coincidente con los otros, tampoco tendrá sexo.

Ellos, ven el tema como un “castigo”  y está lejos de ser eso. Somos algo más enrolladas. Ya lo dice John Gray en uno de sus libritos: La mujer monógama para tener sexo, debe sentirse amada, valorada, respetada, conectada sentimentalmente. Para el resto de nosotras,  yo prefiero llamarlo actitud positiva. En otras palabras, tendrán que esperar que se nos pase el enojo porque lamentablemente para los machos (y también para nosotras), las mujeres en todo ámbito de nuestra existencia, ponemos  las emociones en primer lugar y es algo que no siempre podemos manejar.
Ahora bien, si la mina es relajada (evolucionada) y el chiquillo sale, no se hará ataos, arma su propio panorama y si no lo tiene, no se complica la existencia, menos con que su macho salga, llegue a la hora del 3,14 co  y arriba del balón. Si el chiquillo tiene ese y otro tipo de libertades, y su pierna depilada es comprensiva con eso, cuando llegue a la casa si  la pilla durmiendo tranquilamente a las tantas de la madrugada, por favor absténgase de despertar a la pobre para satisfacer su placer sexual, porque a ninguna mujer le gusta que un curao se le monte encima justo cuando está en lo mejor de su sueño. Y eso no es “castigo” es sentido común. Distinto es, si llega tranquilo sin hacer ruido, se acuesta, duerme unas horas y después de eso, comienza a incitarla con caricias lentas e interminables. Eso siempre será bienvenido.
El tema da para largo. Pero hay varias cosas que debemos entender:
Todos necesitamos espacios propios, mantener nuestra libertad aún después de formalizar con una pareja. A todos nos gusta que nos contesten el teléfono (sobretodo a nosotras) pero a  nadie le gusta que lo llamen diez veces en una hora, que se aparezcan en reuniones en las que  salen sobrando y menos que le hagan escándalos. Entiendan, no se deja de querer al salir por separado, al contrario, es absolutamente necesario y sobre todo por mantener tu propia vida. Por lo tanto, evita la dependencia. Y si ya tienes dependencia evita la psicosis,  porque por algo eligió estar contigo, para qué echar las cosas a perder? Al final de cuentas es súper fácil el zaping y meter goles en otro arco.

jueves, 2 de junio de 2011

Inocente hasta que se demuestre lo contrario

Se han dado cuenta que  hay ciertas cosas que en su momento no logramos identificar, que por alguna razón no encontramos la palabra adecuada para ponerle nombre?
Esas cosas las vamos haciendo parte de nosotras mismas, simples señales que dan pie para cuestionarnos, para cambiar algo de lo que somos y como somos, lesionan tu autoestima y se transforma en ocasiones en una molestia casi asintomática, deseando inadvertidamente calzar  en el prototipo de un externo (la mente es taaan frágil) y puede pasar en cualquier etapa de nuestras vidas…Quizás por ello, estuve su buena cantidad de tiempo pensando de mí algo que definitivamente no es cierto…

No es cierto. Y mis amigas me subieron al banquillo intentando que confesara, que les diera algún indicio de algo para poder burlarse o pelar. 
Ya con sus buenos cortos de tequila en el cuerpo, mi fiel cigarro entre los dedos y los ojos de estas mujeres puestos sobre mí, hago mi mejor papel de mujer indefensa, débil y desprotegida y en forma vehemente alego inocencia.

…No era yo, lo juro!

Como todas sabemos, existen dos cosas que nos gusta hacer en reuniones de mujeres (aparte de comer, fumar y beber), la primera es querer saber absolutamente todo en el copuchenteo habitual de estas juntas y la segunda, después de saberlo, comentarlo.

Que feo caer en comparaciones niñas, no puedo hacerlo- Les digo para cambiar el tema y no seguir como chivo expiatorio.
Y ellas siguieron.

Pero si tú ya eres inmune, confiésalo, algo te debe haber molestado, algo debes haber querido cambiar de esos individuos…o ellos de ti!

-Cambiar nada. En lo menos que me fijo de un hombre es la apariencia. Es cosa de enumerar a los susodichos y ver lo distintos que han sido. Ya saben, en la variedad está el gusto. Gordos, flacos, pelados, peludos, lindos y feos, lo único que han tenido en común es el metro ochenta. Cada uno fue importante (que linda)

-Pero uno de todos te que marcó cierto? Me preguntan, con una sonrisa maquiavélica que casi veo al demonio…o quizás el tequila estaba haciendo efecto…

Sí. La verdad es que hubo uno, no solo el que más he querido hasta ahora, sino,  el que abiertamente me acomplejó…ya las dije, la mente es frágil, sobretodo con lo vulnerable que solemos ser en ocasiones.
Floja me decía. Yo, con el humor sarcástico que me caracteriza, le daba la razón y lo admitía.
En cierta medida era innegable, porque tenía una actitud pasiva y le dejaba toda la pega. Como la típica mujer que parecía más bien una muñeca que persona, me dedicaba prácticamente a disfrutar (sin mucho cargo de conciencia la verdad y con la media sonrisa). Y lo raro es que quedaba adolorida por días como si hubiese corrido una maratón de incontables kilómetros, sin haber movido siquiera un dedo. Y por alguna razón cuando era yo quien llevaba la batuta, me cansaba con facilidad. Culpé al cigarro y a la vida sedentaria. Entonces, me acomplejé con la idea de que para tirar era una floja. No es responsabilidad de él, obvio, claramente es una cuestión que yo alimenté (total, lo pasaba bien igual). Pero cuando cambié pareja, a alguien físicamente distinto, más bien, totalmente distinto, la cosa se puso buena.
Al ser el anterior una especie de vikingo (cien y tantos kilos) y con la cantidad de tiempo que se demoraba (un prodigio) soportar su peso por tanto rato, me dejaba hecha nada. No digo que no lo disfrutara, al contrario, en el momento no sientes peso ni dolor, porque estás tan metida en la faena que no piensas en nada más, que en llegar a la meta. Pero después, me dolía el pecho y espalda para respirar, caminar era absolutamente doloroso y subir escaleras ni les cuento! (Merezco una condecoración por valentía!).
Pero el punto no es ese. Por qué razón no podía encontrar la posición correcta y hacerlo yo? Se puede perfectamente, si hay tantas formas de ejecutar el acto sexual! . Pero como no había demasiada comunicación y yo poco atinada, nunca me di cuenta hasta que llegó fulano (y mengano). Huuuuuuuuuy  se me cae la baba. Entones descubrí la falla:
No era yo, era la panza del chiquillo!!!
Esa amortiguaba movimientos sin permitir que hiciera bien la pega y esforzarme era inútil puesto que tenía “una pared” que me impedía llegar “más allá”. Así, quedaba muerta sin haber logrado mucho que digamos…en otras palabras no podía….ooh que pena 
(Ahora pregúntenme qué tal es el asuntito, la cara de risa no me la quitan!)

Es cierto, nadie es perfecto. La clave está en tener el control de ti misma sin dejar que una opinión determine o cambie  siquiera una milésima de lo que eres, de lo que quieres hacer, a menos claro, que evoluciones, que sea constructivo. Que se hable el asunto. Así restableces los  vínculos, hay nuevas ideas, cambias el modus operandi para que el tema no sea tan mecánico y estás dispuesta a experimentar cosas nuevas. Pero si te están diciendo a cada oportunidad, algo que no te gusta, plantea el asunto, cambia la perspectiva y mejoren, no lo tomes como algo personal, la comunicación es primordial  y si definitivamente no la hay, Au Revoir.


Concluyendo,  no hay que quedarse en la “zona cómoda”, tampoco se trata de dar lo que  él espera, ni esperar que él adivine lo que quieres (eso no es posible). Hay que pelear como se debe.
Pero machos, nadie pide un cuerpo perfecto, porque juro que eso es secundario, incluso nos gustan bien maceteados, pero si puede, por favor póngase a dieta  y baje la guata.  
Prevengamos juntos la artritis reumatoide en las féminas!
Gracias.