jueves, 23 de febrero de 2012

El ahorro de un dolor de cabeza

 Ahora, con toda la cuestión del festival de viña, y con sus artistas invitados (muy fomes) Me acordé de la  viejaza canción  “Culpable o no” de Luís Miguel
El  mexicano chupete de fierro que nos derritió cuando hizo las películas con Lucero y  que está horriblemente feo bla bla bla da lo mismo! El coro decía así:

“Miénteme como siempre,  por favor miénteme
Necesito creerte, convénceme
Miénteme con un beso que parezca de amor
Necesito quererte, culpable o no”


Ya había dicho antes que todas en algún momento de nuestra vida (unas más que otras), hemos fingido, hemos dicho que no cuando es sí, y dicho sí cuando es no. Mentimos como todos no más (a algunas se nos pasa la mano) o en su defecto adornamos la respuesta y hasta nos damos el lujo de culpar a otro, ya sea persona, sociedad, calidad de vida, educación, etc. Es parte de la psicología y actuar femenino que nadie (ni nosotras) podemos entender aún.
Cómo que no?
De pequeñas somos así. Acaso ninguna de ustedes en el colegio- por poner un ejemplo- cuando no querías prestar algo (sacapuntas, goma, lápices, tareas, etc.) daban como respuesta “no, mi mamá no me deja”, o para salir del paso “ella empezó señorita” (nunca entendí por qué se les decía señoritas si la verdad es que por paliza no lo eran). Con la edad es menos frecuente pero,  sigue siendo así.
Si te encuentras en la calle a la Pepita, quien fue tu competencia en la media (secundaria para los modernos) y ves que está regia la yegua y que le va la raja y que para colmo se acerca, como no quieres ser menos frente a la que en silencio era tu archienemiga, te muestras feliz y describes con lujo de detalle tu maravillosa vida, que obviamente no es tal: “si poh, me casé, el Juancho es un amor, preocupado, cariñoso, buen amante y fiel, que cómo nos llevamos? Uff de maravilla si me saqué el loto con mi gordito”
Y resulta que el cabro no te pesca cuando tienes ganas, se va de tomatera todos los fines de semanas con los amigotes, tiene un humor de la puta madre y pa colmo te puso el gorro a los meses de casados. Pero obvio que no lo decimos y distorsionamos un poco la realidad.
Otro ejemplo bastante común es cuando no queremos herir los “sentimientos” de nuestro macho (Sentimiento= ego masculino asociado a su virilidad o miembro viril con el cual tiene una relación sagrada y por ningún motivo debes hacerle saber con poco tino algo de él que no te agradó o enrostrarle que otro era mejor) y al preguntarnos (pa qué preguntan, no entiendo!) “quién es mejor en la cama tu ex o yo” . La pregunta de por sí ya es desatinada y muestra inseguridad, pero solemos con la rapidez de un rayo, levantar su moral. “Como estuvo?” es otra típica pregunta, y aunque no hayas sentido ni por una milésima de segundo un cosquilleo parecido a orgasmo, le dices “maravilloso” si poh si el cabro ya llegó al clímax y tú no, y sabes que una de sus “metas” fundamentales es  darte placer, finges. Sería ideal que nada de eso fuera necesario, pero pa que tapar el sol con un dedo? se sigue haciendo y es una lástima.

Entonces cuando por alguna razón somos infieles (no todas) o nuestra pareja dude, no nos queda más remedio que mentir, seamos culpable de un engaño con todas sus letras o un simple filtreo virtual, siempre cuidamos lo que tenemos seguro hasta que tenemos lo que queremos.


Mentimos y fingimos por una cuestión de sobrevivencia, para no ser el hazme reír ni comidilla de otros, para aparentar, para no tener un problema mayor o ahorrarte el mal rato, o quizás para hacernos creer a nosotras mismas que todo está bien cuando no lo está y al final de cuentas ganamos nada.