jueves, 7 de abril de 2011

La Ventaja de un amigo...o un amigo con ventaja?

Tengo un amigo al que no veo hace años. No diré su nombre para guardar su anonimato. Pasamos juntos gran parte de la  adolescencia hasta llegar a la adultez. Tenía un listado de creencias que yo refutaba sin piedad, basándome claro, en nuestra experiencia. Me decía por ejemplo, que la amistad entre hombres y mujeres no existe,  que los hombres siempre quieren algo a cambio y que ese algo es sexo.
Acaso quieres sexo conmigo? Es la pregunta que habitualmente le hacía, y al no defender él más su postura, yo daba por zanjada la discusión.
En ese tiempo era bien mino. Alto como los que me gustan, bien cuidado, fornido, un caballero. Medio romanticón para mi gusto y con pedazo de ojos verdes. Tenía el hábito de pasear en moto por la ciudad y solo al salir de ella, utilizaba auto. Así, nos íbamos  de paseos que duraban hasta bien entrada la noche, detenidos en algún lugar a media luz.
Sí que quería a ese hombre. Se ganó mi respeto, y sobretodo mi admiración  al cuidarme en una borrachera de esas en las que sientes que el mundo está a puntode acabar. Acariciaba mi cabeza mientras yo intentaba dormir con el cuarto dándome vueltas a centímetros de la cara.
Desperté en la cama abrazada a él. Asustada por tamaña situación, levanté las sabanas al tiempo que pensaba si había tomado la pastillita el día anterior y con sorpresa, me dí cuenta que seguía vestida. Ahí lo quise más que nunca… Y la caña me duró días.
A medida que íbamos tomando rumbos distintos, nos distanciamos. No salíamos tanto y cada uno tenía sus propias vidas. Se fue durante más de un año. Hablamos  ocasionalmente por teléfono y en una de esas llamadas me dijo: te amo. También yo, le dije, sin dimensionar del todo sus palabras.
A las semanas me llegó una carta del norte. Me explicaba con detalle el tipo de amor que sentía por mí, que obviamente no era el mismo tipo de amor que yo sentía por él… Aquí termino todo fue lo que pensé.
El tiempo se estancó. Sentía que no avanzaba, que había pasado una eternidad. Faltaban horas para el retorno, pero él no llegó a buscarme. Pasaron los meses y no respondía mis llamadas, no sabía de él y fue entonces que me invadió la pena.
Un domingo cualquiera,  paró frente  a mi casa un auto blanco. El corazón me dio un vuelco al verlo, la respiración cortada por las ansias de correr a abrazarlo y por la rabia contenida con ganas de abofetearlo por causarme dolor. Salgamos de aquí me dijo, es hora de que hablemos.
Tenía pareja.
Querida mía, ni siquiera sería capaz de robarte un beso… de forzar la situación… no sería capaz de perder todo lo que hemos construido… mírame (ya estábamos nariz con nariz y sentía los corazones de ambos palpitar con demasiada fuerza, sentía mis propios latidos, en la garganta) podrás entender cuanto me importas? Podrás entender que no te lastimaría jamás? A partir de hoy me alejo para siempre. Construyo mi vida lejos… por ti…por mí.
Quise tomar su cara entre mis manos y besarlo, abrazarlo, no dejarlo ir….Pero por qué no lo hice?
Han pasado casi once años. No lo volví a ver, y no volví a saber de él. Hasta unos días…Llegó a la casa materna preguntando por mí. Once años… Ya no soy la joven inocente que era.
Que  pasará cuando nos encontremos? Que me aconsejan?
Pues les diré algo. Sabiendo lo que perdí y  después de tanto tiempo, mínimo un revolcón. Al final de cuentas la amistad entre hombre y mujer no existe,  porque siempre se busca algo a cambio y ese algo es…


Sexo.

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